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06.07.2018 Críticas  
Broggi inunda de su aroma el Teatre Grec con Gilgamesh

Este año, para estrenar el Festival Grec 2018 en el Teatre Grec de Barcelona, se ha encargado a Oriol Broggi y a la Cía. La Perla 29 la obra inaugural. Para cumplir el encargo, han tomado la habitual línea a la que compañía y director nos tienen acostumbrados para transformar El poema de Guilgamesh, rei d’Uruk en un montaje con sello definitivamente propio.

El poema es un texto sumerio encontrado en tablillas de barro y está considerado la epopeya épica más antigua que se conoce. Este relata la vida de Gilgamesh, un rey que conoció la verdadera amistad, que demostró ser un valiente y que se obsesionó con la búsqueda de la inmortalidad.

Aprovechando las ventajas naturales de este teatro como pueden ser un escenario al aire libre, con un telón de fondo de piedra y árboles y tan solo añadiendo arena al suelo y el uso de cañas de bambú, el director ha recreado el ambiente de la zona donde se desarrollan aquellos acontecimientos que cabalgan entre el Oriente y el Occidente del 2700 A.C.

Para su estreno en el Teatre Grec, Broggi ha creado un montaje, con versión de Jeroni Rubió Rodón, en el que adapta de forma libre esta historia en gran formato, reuniendo a todos los actores y actrices que de alguna forma son especiales para él o que son afines a la compañía que dirige. Así, le ha dado protagonismo a cinco de esos actores, que se turnan entre narradores y entre dar vida a Gilgamesh. Màrcia Cisteró, Toni Gomila, Sergi Torrecilla, David Vert y Ernest Villegas se convertirán en este héroe postdiluviano mientras nos cuentan su historia y estarán acompañados de Yannis Papaioannou en la sección musical, ambientando con notas entre orientales y mediterráneas toda la función.

Los montajes de Broggi ya hace mucho que tienen un sello propio. Todos los autores que representa pasan por su filtro para acabar convirtiéndose en creaciones de su propia marca. Dándole prioridad en sus creaciones a la simplicidad, a los recursos naturales como la arena, el agua, las cañas de bambú, la piedra o las hojas y a una apariencia estética monocromática siempre entre cálidos y tostados, en El Poema de Guilgamesh vuelve a utilizar la mayoría de ellos para crear un conjunto que evoca indudablemente a La Perla 29. Pero en esta ocasión, hay una diferencia. La presentación de principio a fin está coreografiada. Los cinco actores principales, además de aprenderse el texto, han aprendido cada desplazamiento, cada oscilación, para convertirse en uno solo: narrador y rey. Los movimientos lentos y armónicos, incluso en las luchas, coreografiados por Marina Mascarell, son posiblemente una de las cosas que más singularidad le proveen a la obra y convierten este poema escrito en poesía visual. A través de la danza, especialmente y, como no, con el siempre esperado sonido de Damien Bazin, se consigue que haya valido mucho la pena presenciar otra obra de Broggi, que claramente bebe de sus propias creaciones anteriores.

El trabajo de los actores es excelente, evidentemente por la comunión que existe desde hace mucho entre todos ellos. Ernest Villegas, además, se encarga también de dar vida a Enkidu, el ser creado del barro por los dioses para enfrentarse a Gilgamesh, que finalmente se convierte en su amigo inseparable, en un compañero de aventuras, en su fiel hermano. Su interpretación es impecable. Su porte, su dicción y su comunión con los personajes es elegante e impoluta. Asimismo se disfrutan las intachables y pulcras participaciones del resto de los cuatro actores principales. Junto a ellos cinco, una lista de actores que forman un enorme elenco, que se suman a elevar, aún más si cabe, la calidad actoral del conjunto. Cabe destacar en particular, las intervenciones siempre esperadas de Marta Marco (quien además toca el violonchelo en directo) y Clara Segura (esta mujer tiene algo especial) o la historia del diluvio contada por Lluís Soler en el papel de Utnapishtim. Como colofón, un tema musical a cargo de Papaioannou acompañado de varios músicos y todo el elenco como coro vocal. La perla de La Perla.

Ya han concluido las tres funciones de El Poema de Guilgamesh, rei d’Uruk en el Teatre Grec y nos dejan un saldo positivo de satisfacción y admiración por todo lo que este director es capaz de crear y representar. Aunque es cierto que nos gustaría ver en alguna ocasión algo completamente diferente (por disfrutar otras facetas suyas y solo por variar), pero es innegable que en cualquier cosa que Broggi toca se aprecia el trabajo bien hecho, la elegancia, el buen gusto y el amor por esta disciplina. Y eso es lo que queremos ver cuando vamos al teatro. En esta ocasión, además, con recompensa adicional: haber podido ver a la Cisteró y al Vert en el Teatre Grec.

Crítica realizada por Diana Limones

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