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23.06.2018 Críticas  
Cuando el suspense nos hizo reír

La obra McGuffin, que podemos ver este verano en el Club Capitol de Barcelona, es el debut de Carlos Latre como director teatral y está protagonizada por Jordi Rios y Mònica Pérez quien también es su guionista. Se trata de una comedia ligera inspirada en la obra del gran Hitchcock.

Esta obra toma su título del concepto McGuffin, término acuñado por el mismo Hitchcock que se refiere a un elemento que en el guión crea suspenso y mueve a los personajes pero que carece de relevancia en relación a la trama principal, y en el caso de la obra, parece que la mayor intriga que encierra es la de poder hallar el McGuffin de la misma en cuestión.

De dramaturgia sencilla, que simplemente sirve como nexo para homenajear a Hitchcock en clave de humor, McGuffin contiene numerosos guiños a su obra y personajes, que el espectador tiene que ir detectando, como las cornisas de Vértigo, un personaje llamado McMenderley en referencia a la mansión de Rebeca, las llaves del Crimen Perfecto o un pájaro llamado Tippi (por Tippi Hendren); entre otros muchos. Así pues, la trama tan solo es un hilo conductor (bastante bien hilado, todo hay que decirlo), que sirve para incluir todas estas alusiones y para, paradójicamente, recrear en teatro la realización de un corto de cine con la ayuda y tutela de Hitchcock, quien prácticamente se convierte en un personaje más.

Jordi Rios y en especial Mònica Pérez, son los encargados de hacer que este gran compendio de juegos de palabras, sea dinámico y sobretodo, hilarante. En su papel de aficionados al cine y a la interpretación respectivamente, consiguen que la obra fluya y que el público no pueda parar de reír, en una interpretación muy auténtica que de haber sido distinta, no hubiera conseguido que el guión pudiera cuajar. Así pues, ambos cargan a sus espaldas un gran porcentaje del éxito de la obra. Además, la obra cuenta con unos cuantos invitados de honor, que son incluidos de una manera muy curiosa y que aportan un contrapunto muy interesante, poniendo una interesante guinda al pastel; donde, por cierto, tendrás que encontrar la inevitable aparición espontánea de Latre, al más puro estilo hitchcockiano.

Por otro lado, con tan solo proyecciones en una gran pantalla de fondo y una puerta multiusos, se consigue una puesta en escena austera pero muy funcional. Además, se juega constantemente con los cambios de escena y en un determinado punto, toma tal protagonismo que serán los actores los que se tendrán que adaptar a estos cambios y no viceversa, creando así un pilla pilla frenético que resulta en más humor y un inocente punto de suspense por no saber si los personajes conseguirán su objetivo.

Así que si todavía no has descubierto quien es “el asesino de mujeres de a menos de dos calles de aquí” y además tienes ganas de admirar a Hitchcock desde una perspectiva más cómica que de costumbre, McGuffin te da la oportunidad de hacerlo con su humor inocente, su dinamismo y sobre todo, sus guiños las películas más emblemáticas del gran director.

Crítica realizada por Ada Morelli

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