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19.06.2018 Críticas  
Una versión de Manon Lescaut a medio gas

El Gran Teatre del Liceu de Barcelona escenifica estas semanas la producción Manon Lescaut. Una de las óperas más populares de Giacomo Puccini cuya producción se realiza en conjunto con el Teatro di San Carlo de Nápoles y el Palau de las Arts Reina Sofía de Valencia. Una ópera que en momentos, por su narrativa, peca de incoherente.

La producción que podemos ver en el Liceu fue estrenada hace un año escaso (15 de junio de 2017) en el Teatro di San Carlo de Nápoles con gran éxito de público. Ahora, podemos disfrutarla en nuestro país en las voces de Liudmyla Monastyrska y Maria Pia Pisciutelli quieres desarrollan el rol principal de Manon; muy bien acompañadas por los tenores Gregory Kunde, Jorge de León y Rafael Dávila quienes se reparten el encarnar a Des Grieux.

Manon Lescaut fue la tercera ópera escrita por Puccini y su primer gran éxito. Un drama lírico en cuatro actos con libreto de Domenico Oliva y Luigi Illica, con intervenciones de Marco Praga, Ruggero Leoncavallo, Giacomo Puccini, Giulio Ricordi y Giuseppe Adami. Tanto el público como la crítica se rindió ante la ópera representándose ese mismo año (1893) en San Petersburgo, Madrid, Hamburgo y Sudamérica. En 1894 llegó a Londres, Lisboa, Praga, Budapest, Filadelfia y México. A Francia llegó después, por la evidente rivalidad con la obra de Massenet, presentándose primero en Niza en 1909 y finalmente en París en 1910 (dirigida por Arturo Toscanini y cantada por Enrico Caruso).

Tal es el éxito de Manon Lescaut que la ópera se mantiene como una de las más apreciadas de Puccini y es grabada y representada con regularidad.

Manon Lescaut, basada en la reconocida novela L’historie du chevalier des Grieux et de Manon Lescaut (1731) de Abad Prévost (la cual fue censurada en Francia y fue inspiración también para la ópera Manon de Jules Massenet), narra la historia de la ascensión y caída de la cortesana Manon desde el recuerdo y punto de vista de su amado Des Grieux. Un inicio que hace que presagiemos cómo acaba la ópera pero que no desmerece en absoluto los cuadros de los que podremos disfrutar.

Manon es una joven que su padre envía a vivir a un convento. En el camino, conoce a dos hombres, uno que le promete lujo y el otro le promete amor. El lujo la reclama y decide irse con Geronte di Ravos; el adinerado banquero. Pero antes que este la recluya para siempre en su palacio ataviado de lujo y joyas, su enamorado Des Grieux decide rescatarla y huir con ella a París. Pero el hermano de Manon y Geronte consiguen interceptar su intento de fuga y es recluida en casa de Geronte di Ravos; donde vive una vida frívola llena de lujos. Su hermano Lescaut se da cuenta del error y arrepentido por “encerrar” a su hermana, la vuelve a reunir con su amado Des Grieux con idea de que escapen de nuevo. En pleno inicio de fuga, Geronte se entera de la artimaña y llama a la guardia acusando a Manon de traición. Ella se entretiene intentando llevarse consigo toda su vida de lujo y joyas; lo que hace que sea apresada por la guardia. Manon es detenida y condenada al exilio en el desierto Norteamericano pero su hermano consigue reunirla con su amor Des Grieux quien, se enfrenta con la guardia, y consigue ser condenado para que ambos sean exiliados juntos y vivir así su amor. El viaje es largo y las condiciones insalubres. Manon finalmente morirá sin su riqueza pero feliz en los brazos de su amado Des Grieux.

Manon Lescaut es una ópera basada en el verismo. Sus melodías románticas repartidas en cuatro actos hacen que sea una ópera ideal para iniciarse en el mundo lírico sin necesidad de sumergirse en óperas más complicadas en partitura y tiempo en butaca. Aun así, la incoherencia del flashback y la historia ideada desde los puntos de vista de sus personajes principales, hace que a veces, los cambios de época en el libreto descoloquen al espectador. El largo inicio de primer acto es un ejemplo, cuando Des Grieux de mayor recuerda el inicio de la historia. Una aparición rápida y guiada hubiese sido más eficiente que la prolongada aparición del un personaje que en ningún momento respira y que llega a ser incluso de presencia molesta.

Por otro lado, es de alabar el trabajo de Giò Forma y Giusi Giustino en lo que escenografía y vestuario se refiere. La gran utilización del espacio escénico y los rápidos cambios de decorado, los cuales quedan correctamente apoyados por la gran pantalla led, hacen que entremos rápidamente en la historia. Lo mismo podemos indicar del vestuario el cual es acorde a la época representada sin necesidad de ser exagerado. Un vestuario cómodo y sencillo a la par que resolutivo. Magníficos los vestuarios realizados para las integrantes del Coro del Liceu.

Si hablamos de los protagonistas, Gregory Kunde queda relegado en un segundo plano al lado de Liudmyla Monastyrska, quien se llevó varios vítores durante la noche y una gran cantidad de aplausos. Un personaje que enamoró al público desde su primera aparición. Kunde, quien interpretaba a Des Grieux, quedó relegado a un segundo plano en el que no logró destacar. Un papel que no le hace justicia en una noche en la que el público lo esperaba con impaciencia. Y es que, la química no surgió entre ambos protagonistas. Por su parte, Lescaut, David Bižić, convierte el papel del hermano en un papel discreto, en un segundo plano de Kunde. Al contrario del malvado Geronte en voz de Carlos Chausson quien, a igual que Liudmyla Monastyrska, fue quien se llevó los grandes aplausos del respetable por su fantástica interpretación.

Crítica realizada por Norman Marsà

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