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01.06.2018 Críticas  
Triste idilio callejero

Dos mujeres, actrices y polifacéticas, dirigen a dos actores en una revisión del clown, con un toque tragicómico que convierten a este estreno en la sala Intemperie Teatro, en una interesante propuesta sostenida por un notable trabajo de dirección, y unos actores en estado de gracia.

Contratiempoymarea presenta a dos payasos mendigos, Plácido y Domingo, que con sus vidas sobre las ruedas de sendos carritos, se encuentran día tras día en los alrededores de un cubo de basura, contenedor de desperdicios y caja de caudales de bienes tan preciados como latas de cerveza y mordisqueadas barras de pan. Ambos esperan el lunes, cuando uno de ellos parece tener una importante cita.

Siempre se ha usado el género de la comedia para enmascarar grandes males o tragedias de ciertos personajes, al igual que el maquillaje tras el que se ocultan estos payasos, esconde la dura vida de estos desahuciados que pasan las horas del día esperando el encuentro del uno con el otro a modo de válvula de escape de su rutinaria rutina. David González e Iván Villanueva encarnan a estos dos payasos en paro, cuyas vidas anteriores apenas se vislumbran entre los resquicios de lucidez que pueblan el texto. La importante cita, el vínculo que les une, a qué dedican el tiempo libre que no vemos durante las elipsis…; son múltiples las incógnitas que plantea Contratiempoymarea y que sabiamente Sonia Madrid ha plantado por todo el libreto para mantener al espectador atento, ávido por desentrañar tanto misterio.

La química entre Raquel Pérez, directora, y sus actores, es evidente, y el clima de trabajo con personajes tan extremos, sin que lleguen las interpretaciones al histrionismo, en el que hubiese sido muy fácil caer; es mas que evidente, y por ello disfrutamos de todos esos guiños del esquizofrénico David González y del infantil y contenido Iván Villanueva.

La coulrofobia es algo muy extendido desde siempre, y esa fobia a los payasos, ya no es solo extensible al mundo del circo, sino al mundo del clown como género teatral. Es my arriesgado, y no siempre funciona, plantear sentimientos existencialistas, o hacer crítica social desde la pantomima del payaso, y más aún cuando estos ni caen simpáticos, pues se acercan más, como ocurre con este Contratiempoymarea a la dura realidad que podemos encontrar en cualquier esquina del Centro de Madrid, de personas que sin maquillaje, se enfrentan, en muchos casos por decisión propia, a la dura intemperie como una actitud vital ante lo que les ha tocado vivir. Este proyecto es difícil de abarcar, cuando uno no empatiza con los personajes, pero es un placer ver cómo otra forma de interpretación es posible, y una dirección muy inteligente es capaz de transformar algo tan manido como la flor que escupe en la solapa, o la nariz roja en un retrato social crudo y descarnado.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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