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18.05.2018 Críticas  
Un atrevimiento y… ¿flamenco?

Los Vivancos aterrizan por unos días en el Teatro Tívoli de Barcelona para ofrecer su espectáculo Nacidos para bailar. En esta nueva entrega de los siete hermanos, irán un paso más allá del flamenco y la acrobacia para presentar un espectáculo muy atrevido de diferentes números musicales.

Solo hace falta hacer una búsqueda sencilla en Google para darse cuenta de que los siete bailarines que hay subidos en el escenario del Teatro Tívoli de Barcelona no son convencionales. Y sus orígenes lo dicen todo: estos siete hermanos comparten el apellido Vivancos, igual que otros 32 hermanos, cada uno de madre diferente pero todos hijos de Pedro Vivancos, bailaor.

A priori, la sinopsis de Nacidos para bailar habla de “virtuosismo musical”, “una bella utopía escénico-musical”, “un vestuario de alto diseño”… cualquiera pensaría que hay demasiadas expectativas puestas en un espectáculo que mezcla acrobacia con flamenco entre otras cosas. En resumen, Los Vivancos ofrecen una nueva entrega de esa mezcla de todos los talentos que suman entre los siete hermanos.

Nada más empezar, aquella sinopsis llena de adjetivaciones le viene a una a la mente para llegar a pensar que, efectivamente, el espectáculo se quedará corto. Pero tras un par de números en los que Los Vivancos tocarán instrumentos musicales con cierta gracia sobre una base pregrabada, aparecen unos artistas atrevidos, con ganas de demostrar todo aquello de lo que son capaces.

Todo ello con una puesta en escena grandilocuente, como lo era la descripción del espectáculo y como lo será el ‘show’ en sí, una suma de números musicales en los que cada hermano presumirá de aptitudes para la danza, la acrobacia y la música. Desde equilibrios sobre cajones, hasta un baile con trajes de luces al más puro estilo Jamiroquai y un ballet fusionado con flamenco al ritmo de ‘Hallelujah’ de Leonard Cohen. Todo ello sin apenas tiempo de coger el aire entre una y otra píldora.

No es más que al final del espectáculo cuando uno se da cuenta de lo que acaba de presenciar: un ‘show’ que lleva más allá el flamenco, aquello que unió a estos hermanos tan peculiares, para llevarlo a un terreno totalmente inhóspito en el que todo vale, incluso el no tener ningún hilo conductor. Todo ello hace de Nacidos para bailar un espectáculo que pasa rápido pero que se procesa lento para comprender lo que pasaba por la cabeza de Los Vivancos cuando decidieron sacar adelante un ‘show’ que les está llevando de gira por medio mundo.

Algo difícil de resumir y algo difícil de explicar sin recurrir a una retahíla de calificativos y de adjetivos que no llegarán a explicar Nacidos para bailar sin quedarse con algo por decir.

Crítica realizada por Bea Garrido

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