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14.05.2018 Críticas  
Oscar Wilde llega en versión musical al TNC

David Selvas nos presenta La importancia de ser Frank. Una comedia musical pop que se estrena en la “Sala Petita” del Teatre Nacional de Catalunya y que se ha marcado un “Sold Out” antes de su estreno. No es nada de extrañar dado que la obra se compone de un lujoso elenco encabezado por Miki Esparbé y David Verdaguer.

Selvas nos presenta una adaptación de la obra maestra de Oscar Wilde “The importance of being Earnest” (La importancia de ser Ernesto) que pronunciado en inglés muy británico, se trata de un juego de palabras que podríamos traducir como “La importancia de ser Honesto”. Toda una declaración de intenciones, en un solo acto, y que podemos aplicar en pleno 2018. La importancia de ser Frank, trata de conseguir a toda costa satisfacer los deseos de sus personajes mintiendo y dejándose llevar por las apariencias. Como es conocido, las mentiras tienen las patas muy cortas, y la obra nos lo descubre con un tono ácido y musical, firmando un final redondo.

El director, acertadamente, ha sabido reinventar este clásico para darle un toque musical con una puesta en escena sublime, aunque en ocasiones evocando a “La, La, Land”. Los personajes, John Worthing (Miki Esparbé), Algernon Moncrieff (David Verdaguer), protagonizan la obra. Dos personajes de cine y con interpretaciones fantásticas de tipos sobrados y mentirosos que se acaban enfrentándose a la verdad y asumiendo, con el rabo entre las patas, el precio de la mentira. La improvisación también cabe en esta obra. Sigo riendo cuando a Miki se le rajaron los pantalones en medio de la obra y supo improvisar un chascarrillo oportuno que hizo a estallar al teatro en carcajadas.

Me sorprende gratamente que ellas, son las que llevan el peso de la obra. Lady Bracknell (Laura Cornejo), Gwendolen Fairfax (Paula Malia), Cecily Cardew (Paula Jornet), interpretan a personajes muy dispares. Mujeres con un carácter muy marcado, que con sus histriónicas actuaciones, logran desenmascarar las mentiras de los protagonistas. Sin ir más lejos, las Paulas, llevan el hilo musical de la historia con sus fantásticas voces e interpretaciones desenfadadas que rompen el cliché de la típica chica mojigata que busca marido, haciendo valer que son mujeres independientes que con ideas propias. Incluso Lady Bracknell logra pasar por encima de su marido, a pesar que es la más chapada a la antigua y que vive del postureo como señora de bien que es.

Los personajes secundarios también se hacen imprescindibles en la obra. El criado Lane (Norbert Martínez) se encarga de acompañar al Algernon con su batería. Martínez asume un doble reto, interpretando al reverendo Chasuble y protagonizar momentos ácidos amorosos con la institutriz Leticia Prism (Mia Esteve), que tiene un peso clave en el desenlace de la obra.

El elenco, además de al canto, se enfrenta a diálogos rocambolescos que precisan de una gran dicción, y que superan de forma airosa sin despeinarse. La parte musical, está estudiada al detalle. Aparece en los momentos donde el personaje estaba destinado a soltar un diálogo pasteloso, y lo remplaza por maravillosos números musicales, que sin duda podrían formar parte de un musical de off-broadway.

En esta obra no podemos hablar de un despliegue escenográfico, ni falta que le hace. Las luces se adaptaban en cada momento a la escena. Anunciaban la aparición de personajes reflejando su sombra dramática en la pared, antes de que estos aparecieran en escena. Todo a la altura de las exigencias del libreto que nos situaba en la adinerada Londres victoriana. La transición de la casa de Londres de Algernon, a la casa de campo de John, tirando de número musical fue un gran detalle que hizo que la obra subiera el listón. Nada de aburridos cierres de telón ni tramoyistas moviendo decorado de manera ortopédica. El mejor número musical de la obra, con creces, saliendo todo el elenco a escena para acabar con el set decorado como una casa de campo repleta de plantas.

Al finalizar la obra, y tras los largos 10 minutos de aplausos que el montaje logró arrancar al público entre vítores y silbidos, el pensamiento que me vino a la cabeza fue: “¿Y por qué esta representación en una sala tan pequeña?”. Sinceramente creo que, no pretende crear una franquicia musical conocida, (aunque si fuera productor, yo me lo pensaba…) pero el montaje hace que un gran clásico de la literatura, considerando que se trata de una de las obras más famosas de Oscar Wilde (que poca gente conocía, y entre ellos me incluyo) pueda llegar a ser un gran musical que exhibir. Los más avispados ya lograron su entrada para las representaciones en el TNC. Si tras leer esta crítica te parece apetecible, ellos han sido los culpables del Sold Out. ¡Pero que no cunda el pánico!. Todo el mes de Julio podrás disfrutar de ella en el Teatre Poliorama, y sinceramente, yo ni me lo pensaba. Ojalá pueda repetir.

Crítica realizada por Joshua Fenoy

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