El ciclo Escenes del Auditori de Barcelona acoge este fin de semana (26, 27 y 28 de enero Sala 3) A Vore, un proyecto de mestizaje que parte de la cultura popular de las Tierras del Ebro en las diferentes manifestaciones que ha adoptado a lo largo del tiempo.
El espectáculo pone en diálogo la bailarina, performer y coreógrafa Sonia Gómez, el trío de funk, nujazz y rock Astrio, Ramón Balagué y un grupo de artistas de música tradicional (Pau Puig, Dolçaina, y Carme Balagué, bailadora); una coproducción con la Fira Mediterrània y el Mercat de les Flors.
Hace más de cien años una nueva tendencia en música y danza se extendía desde Viena por toda Europa hasta llegar a la ciudad de Tortosa. Los abuelos se ponían las manos en la cabeza viendo como los valses y los bailes agarrados desbancaban ritmos y costumbres de siempre. Lo moderno era aquello y la especie invasora transformaba una manera de hacer y sentir.
A Vore es un proyecto de investigación musical y dancística que trabaja a partir del documento y la expresividad tradicional, los ritmos, las danzas, las palabras de las comarcas del Baix Ebre-Montsià y Baix Maestrat, y las hace dialogar con la música de Astrio y la danza performativa de Sonia Gómez.
A Vore nace de entender la música y la danza (Philip Ball) como pegamento de comunidad con base antropológica, y es intencionadamente popular y actual. A partir de una tradición cultural autóctona de una zona muy concreta de la Cataluña nueva, que ha sobrevivido como ha podido al vendaval globalizador y en las maneras de culturas adquiridas. Se basa en las tierras del Ebro, pero podía ser cualquier lugar.
A Vore no es un espectáculo nostálgico, no quiere poner en escena danzas fosilizadas. En todo caso, las quiere entender y reanimarlas. Y vivirlas desde la fiesta.
Aunque vivimos en un contexto social donde hay más música que nunca y está en todas partes, antes la gente cantaba más. Cuando no había radio, la música tenías que creartela. La gente cantaba cuando trabajaba, cantaba cuando iba a la taberna, cuando se moría alguien, cuando nacía alguien, y quien no sabía cantar o tocar, bailaba.
El perfeccionamiento, los escenarios, las grabaciones, han hecho que esta naturalidad se haya ido perdiendo y el sentido social en que aquella música vivía se fue abandonando poco a poco.
Las influencias musicales de aquellos intérpretes tenían un radio de acción de 50 km a la redonda. Bebían de la música popular que se había configurado en la zona donde vivían, que llegaba por el río (arriba o abajo) y de canciones de autoría desconocida compuestas en épocas inciertas. Las influencias de los músicos actuales son globales. Electrónica, jazz, tradicional, contemporánea…
Las entradas para disfrutar A Vore este fin de semana ya a la venta.
*Fotografía ilustrativa por Gemma Olivares