El director del momento, con tres montajes en marcha por la geografía nacional, en el teatro del momento, el Pavón Kamikaze; esta reposición de un maravilloso texto que ya se dejó ver por el extinto Matadero, y que como el mismo título expresa, debería convertirse en nuestra obra más longeva para pasar a representarse Todo el tiempo del mundo.
Héctor Flores regenta una zapatería de señoras por la que una noche comienzan a desfilar una serie de peculiares clientes buscando la horma de su zapato, que en este caso es su lugar en la historia. Y punto. Nada más añadiré al argumento porque algo sea susceptible de destripar la trama. Parte del éxito de la propuesta opino que radica en saber cuanto menos mejor, e ir deshaciendo la madeja desde la comodidad de nuestra butaca.
La sensibilidad que transmite Messiez en todos sus trabajos, ya sea en su faceta de dirección, o firmando el libreto, o como buen hombre orquesta, haciéndolo todo a la vez, mete el dedo en el corazón de la audiencia, conectando con nuestra parte más vulnerable. Todo el tiempo del mundo es la obra abuela: tierna, conmovedora, llena de sabiduría, y con mucha historia a sus espaldas, y que cuando se acaba, como el final de toda persona, nos deja un herida que cicatriza pronto pero nunca se olvida cómo llegó ahí. Este texto es la mi historia, o la historia del que se sentaba a mi lado, o del de la fila 15. Todo el tiempo del mundo es una obra cinematográfica representada en vivo sobre un escenario, de esas de lluvias de premios, aplausos de la crítica, y que quedan en la retina y el corazón de los espectadores.
Íñigo Rodriguez Claro como Héctor, en esta vuelta al ruedo, ofrece un Sr. Flores aún más maduro que el que disfruté en su primer pase por los escenarios. María Morales, siempre brillante con esa naturalidad que destila. A Rebeca Hernando le pasa lo mismo que a Íñigo, a su personaje le ha sentado bien este lapso de tiempo y sus intervenciones son de agotar el paquete de Kleenex. La intervención principal de Mikele Urroz, emocionante. Carlota Gaviño, en su salsa, con esta novia que tan bien le sienta y al que entrega todo el buen hacer que tanta falta le hacía a la otra novia de «Bodas de Sangre». José Juan Rodríguez, involuntariamente cómico, tierno al extremo: bravo. Óscar Velado como El Hombre Que Trajo La Lluvia, está correcto, pero aún en este primer pase que presencie, opino que queda pendiente de hacer suyo el personaje, y acuso la ausencia de Javier Lara y sus memorables piernas en tacones negros.
Todo el tiempo del mundo tiene la premisa del último éxito de la factoría Disney, «Coco», como homenaje a aquellos que pasan por la historia, o nuestra historia, y que merecen ser recordados generación tras generación pues su presencia e intervención en ese momento, hacen que seamos las personas que somos, o sean los responsables de que existamos y podamos asistir a una de las historias más bonitas jamás contadas.
Crítica realizada por Ismael Lomana
