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30.12.2017 Música  
Personas y canciones

“Esto no se repite a no ser que ustedes quieran…”. Con estas palabras Lamari agradecía el calor del público en la primera de las dos últimas actuaciones de Chambao en Barcelona. Curiosa manera de despedirse en un concierto que ha entusiasmado a los allí presentes.

Una velada musical de dos horas en las que la banda ha tenido tiempo para ofrecernos hasta 24 temas en los que hemos podido disfrutar de esa mezcla de música electrónica y los distintos palos del flamenco o, lo que es lo mismo, del flamenco chill que les caracteriza. Lejos de convertirse en una interpretación al uso de sus grandes éxitos, hemos podido apreciar la potencia de la banda en directo, así como la evolución musical que los malagueños han experimentado durante más de una década y media.

Tras iniciar el concierto con “Detalles”, la malagueña ha bajado a platea para cantar “Duende del sur”, ambas del álbum “Con otro aire” (2007), del que también se ha interpretado “Despierta”. El primer bloque ha continuado con “Playas de Barbate” y “Desde el origen”, de “Endorfinas en la mente” (2003) y “Nuevo ciclo” (2016), respectivamente. También se ha tenido tiempo de evocar a “Caminando” (2006) con la versión del tema de Camarón “Rosa María”. A partir de ahí, y con ritmos cubanos, vuelta a inicios. De “Pokito a poko” (2001) hemos escuchado “Roé por la escalera”, “Como la luz”, “Mi primo Juan”, “Sueño y muero” y, más adelante, la canción que dio nombre al álbum y ·”Camino interior”. Intercaladas, las endorfínicas “Una de tantas”, “Volando voy” y “Desconocido”. Los temas que más celebrados se han combinado con algunos más de su última álbum, como “Sin avisar”, “Imagina” o “Mejor versión”.

Con un sonido claro y muy potente y una iluminación enérgica y eficaz Lamari ha tenido tiempo de rememorar las muchas ocasiones que Chambao ha visitado el Palau de la Música. Ha explicado que no quería reducir la velada a la repetición de la presentación de su último disco, algo que sucedió en el último concierto, y ha compartido con el público cómo esta última gira se está convirtiendo en un concierto de despedida que se repite por cada ciudad. El último y definitivo, eso sí, el próximo 13 de enero en el Wizing Center (Palacio de los Deportes) de Madrid. Una despedida que no es más que el signo evidente de una evolución, ya que de Chambao pasaremos a Lamari. “Traemos a las personas y a las canciones”, ha comentado para referirse a que con el cambio de rumbo se abandona la parte electrónica y, por tanto, todo será interpretado en directo.

Lamari se ha mostrado especialmente cercana con la banda y también con el público, al que ha bajado a saludar y al que se ha dirigido directamente en varias ocasiones. Es curioso cómo ha aprovechado las dimensiones y la cercanía del recinto para ofrecer un concierto de tú a tú. La espontaneidad que la caracteriza ha sido su mejor carta de presentación, así como su capacidad para escuchar a todas aquellas personas que tenían algo que decirle. No suelen encontrarse artistas que demuestren una sencillez y proximidad tan poco programadas de antemano. Y el público lo ha agradecido, tanto como la mención a “En el fin del mundo” (2009) con “Cómeme” y al álbum “Chambao” (2012) con “Los sueños”.

Finalmente, un último bloque en el que los instrumentos de la banda han cedido el protagonismo a los cajones y a los palmeros. A modo de bis, se ha conseguido que el auditorio incluso superada el entusiasmo demostrado hasta el momento al escuchar “Papeles mojados”, “Olvidarme de ti” y, por supuesto, el apoteósico cierre con “Ahí estás tú”. Tema en el que la banda ha brillado especialmente. Impresionantes guitarras flamenca, teclados, bajo, saxo soprano, tenor y flauta y mención especial para la guitarra eléctrica de Ricardo Marín y la percusión de Juan Heredia, cómplices de lujo de la voz de Chambao.

Una despedida que es más un hasta pronto. Sea como sea, el concierto del Palau de la Música ha servido de testimonio de una de las bandas musicales más influyentes en nuestro país durante las dos últimas décadas. Y lo que queda.

Crónica realizada por Fernando Solla

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