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27.12.2017 Críticas  
Habladme de teatro o de nada

El Teatre Akadèmia nos invita a celebrar el lapso navideño con la conmemoración del 20º aniversario del fallecimiento de Giorgio Strehler. Caro Maestro! Recordant Strehler nos reúne con una familia de intérpretes que, de la mano de Guido Torlonia, se y nos acercan a la figura del dramaturgo.

A partir de una idea de Ludovica Damiani y del propio Torlonia se propone un espectáculo creado sobre cartas, escritos y opiniones del de Trieste. Una suerte de mezcolanza entre la biografía y el documento teatral que se combina con un material audiovisual de archivo que nos muestra tanto al hombre de teatro, como fragmentos de sus montajes y entrevistas hacia su persona, coetáneos y compañeros de vida. La velada incluirá a Paolo Grassi, Milva, Riccardo Muti, Ferruccio Soleri, Andrea Jonasson, Giulia Lazzarini o Federico Fellini. Nunca de manera episódica ni con la intención de mostrar un mural o mosaico, la base textual de la función siempre será en primera persona.

El texto cuenta con una doble traducción de Màrius Hernández, al catalán y al castellano. En ambos casos se ha sabido captar la esencia del original y su manera de exteriorizar sus ideas. El qué y el cómo de Strehler. Y, lo más importante, se ha utilizado para ofrecer a los intérpretes un vehículo excepcional para expresarse sirviendo a (y sirviéndose de) las palabras, ideas y razonamientos del maestro. La necesidad y valentía para entregarse, de ser escuchado aunque no siempre comprendido nos sitúa a todos los presentes en un estadio superior en el que el ejercicio intelectual retoma toda su necesidad y utilidad. Muy bien trasmitida esa urgencia o necesidad vital de construir un proyecto que expandiera la universalidad del espacio teatral como punto de encuentro mucho más allá de la infraestructura del recinto.

La dirección de Torlonia nos sitúa en un terreno fértil y rico. Mediante la selección y presentación de los distintos fragmentos consigue que vayamos captando cómo los detalles biográficos e históricos influyen en la configuración de una personalidad y una manera de entender el teatro y la vida de un modo tan particular como indisociable. El tono es siempre el adecuado ya que, a pesar de contar con momentos que podrían idealizar (echando mano de la vía poética o evocadora) la visión o figura de Strehler, se mantiene el tono prosaico que el dramaturgo utilizaba en la mayoría de sus propuestas escénicas y en su manera de dirigirse a los demás. Su posicionamiento político y su manifestación artística se torna en algo universal gracias al tiempo que se toma en construir un discurso propio y unitario a partir de los fragmentos del propio discurso de Strehler. Muy bien hallada y vinculada su relación con la música y el mundo de la ópera.

Durante la representación se hablará mucho de la valentía, necesidad, entrega u obstinación. Tanto desde el punto de vista del actor como del director. En este terreno Torlonia se transfigura en lo segundo a través de la visión de su maestro. Lo mismo sucede con los intérpretes. Al dar voz a las palabras del hombre de teatro parecen darle vida explicándose ellos mismos a través de las ideas del primero. No sólo de las palabras, sino de su propia vida en escena. ¿Por qué hacen lo que hacen? Llegados a este punto, es muy emocionante asistir a este intercambio. Hasta el momento, Carme Elias, Marisa Paredes y Mario Gas.

Este último (y a poco que se conozca su carrera caeremos en la cuenta) podría explicarse también a través de los autores y algunas piezas teatrales que, como Strehler, ha dirigido. Gas encarna también esta doble figura de director y actor y se aproxima al texto con una cadencia vocal muy centrada en transmitir el significado de todas las palabras. Sus manos parecen volar sobre su blanca cabellera, del mismo modo como sucedía con el protagonista de la función. Elias emociona y se emociona de un modo que es una supone una verdadera ofrenda para el espectador. La intensidad y apasionamiento que consigue transmitir muestran sin filtros sus propias motivaciones, consiguiendo entregarse a través de las palabras de Strehler, precisamente al tipo de interpretación que proponía y defendía el italiano. A su vez, Paredes realiza una interpretación del texto que va mucho más allá de la lectura, aportando valor y significado en cada una de sus intervenciones. La entonación, la gestualidad, ese modo tan particular y conciso de fijar la mirada en un vacío que significa tanto sin decir nada, a modo de reflexión inmediata y profunda sobre lo que se acaba de decir. Los tres se convierten en las herramientas, probablemente imprescindibles, que el dramaturgo necesitaba y requería en su teatro. Un verdadero regalo para todos, ellos y nosotros. Presentes y ausentes.

Finalmente, Caro Maestro! Recordant Strehler no sólo ofrece una oportunidad única de conocer o redescubrir la figura de un dramaturgo excepcional por muchos motivos, sino de asistir al nacimiento del Piccolo Teatro di Milano o del Teatro de Europa, en París. Un capítulo indispensable para comprender también otros fragmentos de vida (teatral y no) que nos tocan quizá algo más cerca geográficamente, pero tanto o más profundo en ese sentimiento, vocación, contenido y finalidad universal en sí misma que es y contiene el Teatro.

Crítica realizada por Fernando Solla

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