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22.12.2017 Críticas  
¿Por qué no hay obras literarias de mujeres hasta el siglo XIX?

María Ruiz adapta y dirige Una habitación propia, ensayo de Virginia Woolf en el que reflexiona sobre los derechos de la mujer. Un monólogo interpretado por Clara Sanchís y representado en el Teatro Galileo de Madrid.

Tras varias temporadas cosechando éxitos en el Teatro Kamikaze y en la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español, Una habitación propia regresa a la cartelera madrileña dispuesta a remover conciencias en este momento histórico en el que se está produciendo una gran revolución social: la equiparación de los hombres y mujeres frente a la ley.

Esta versión sigue fielmente el ensayo de la escritora británica –imagino la dificultad de comprimir o recortar el texto original-, omitiéndose nombres propios de tal manera que lo que presenciamos sobre las tablas se universaliza para narrar la historia de una escritora que ofrece una conferencia ante unas jóvenes estudiantes acerca de “las mujeres y la literatura” en 1928. Nueve años después de la aprobación del sufragio femenino sus palabras indagan en el papel que la mujer ha desempeñado en la historia del arte. Todo ello lo hace con anécdotas y reflexiones cargadas de ironía, humor y fuerza, que son el relato de la sociedad representada en la obra: para dedicarse a la literatura una mujer necesita dinero –independencia económica- y una habitación propia –independencia personal- dos elementos que conceden la libertad de creación y que la sociedad imposibilita porque están mayormente destinados al género masculino. Advertidos quedamos todos y todas de nuestra complicidad y pasividad en un tema tan de actualidad.

Magistral interpretación de Clara Sanchís que, con una pasión asombrosa, logra hacernos aún más conscientes del lugar secundario de la mujer en la sociedad patriarcal que todavía no hemos logrado dejar atrás. Nos atrapa con sus palabras cargadas de ironía con las que busca la complicidad con el público, sin que no se nos escape nada gracias a su fabulosa vocalización, y con sus movimientos cuidados de manos y piernas –gran uso del espacio escénico- que acompañan toda esa comunicación verbal que nos embauca durante más de una hora que dura la representación y que nos hace comprender toda esa rabia expresada en forma de lágrimas por tantas y tantas mujeres a lo largo de los siglos. Un abanico de registros que nos demuestran el talento de la actriz valenciana: delicadeza, rabia, tristeza, esperanza… Acompañada siempre por una sobria escenografía consistente en una alfombra, unos libros y folios y un piano que ella misma toca con gran maestría.

Una propuesta interesante y necesaria -la representación de lo que, casi un siglo más tarde, sigue siendo un mito del feminismo- en la que María Ruiz ha conseguido recoger lo esencial de las ideas de Virginia Woolf y que cobra una dimensión especial gracias a la maravillosa actuación de Clara Sanchís.

Una habitación propia es una obra recomendable tanto como para quienes lo descubran por primera vez como para quienes ya hayan saboreado las páginas de la escritora británica.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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