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24.11.2017 Críticas  
La evolución humana a través del Circo del Sol

El Cirque du Soleil comienza en Madrid la gira española de Totem. El hilo conductor es la evolución del ser humano a lo largo de siglos, desde su origen anfibio hasta sus deseos de volar, buscando inspiración en sus propias raíces canadienses con el tótem -elemento que explora los lazos que unen al hombre con otras especies -como pieza conciliadora.

Para los que nunca hemos visto a esta compañía de Montreal es complicado no llegar al escenario Puerta del Ángel con algunas ideas preconcebidas y con grandes expectativas debido a su fama lograda a nivel mundial, por lo que tengo que reconocer que me llevé un pequeño «zasca» ya que éstas no se cumplieron en su totalidad.

Nada más comenzar el espectáculo se aprecia el gran trabajo de escenografía, apoyado en la tecnología que permite el uso de una plataforma inclinada circular sobre la que se proyectan numerosas imágenes –diferentes formas de agua como la orilla de la playa, el fondo de un lago…- que demuestran que con poco se puede crear algo visualmente muy llamativo. Todo ello acompañado por la música en directo que hace que el sonido y la delicadeza de las melodías se conviertan en parte de las emociones de los que estábamos allí presentes. Maravilloso trabajo de todos los músicos que, aunque los espectadores no acudan a la madrileña Casa de Campo para verlos a ellos directamente, deben estar pendientes en todo momento de lo que ocurre sobre el escenario para poder llevar el ritmo adecuado. También se juega con la iluminación para que sea una parte importante del espectáculo aunque ésta tuvo que ser corregida, para ello interrumpieron el espectáculo durante casi diez minutos en los que el público se retorcía en las butacas preguntándose qué ocurría mientras por megafonía instaban a que no nos moviéramos de nuestros respectivos asientos ya que se reanudaría lo antes posible. No tengo la certeza absoluta de que el parón se produjera por algún déficit en la iluminación pero noté mejoría en las luces cuando se reanudó. Admirable trabajo el que hay detrás de los trajes de los artistas en la mayoría de números que componen TotemTotem, espectáculo dirigido por el dramaturgo Robert Lepage, hay un gran trabajo tanto de escenografía como de vestuario, cuestión que posiblemente haga al Cirque du Soleil único en el mundo, pero esto me hace llegar a la conclusión de que gran parte de su asombroso trabajo visual depende en gran medida del presupuesto con el que cuentan.

No desmerezco en ningún momento el esfuerzo físico y la dura preparación por parte de sus componentes, pero he visto otros espectáculos circenses donde las acrobacias o los números de humor poco o nada tienen que envidiar a esta compañía canadiense. A destacar tres momentos del espectáculo: la actuación del dúo en el trapecio fijo, dos jóvenes bromean, juegan y se enfadan en un precioso juego de seducción que nos deja boquiabiertos con sus movimientos y ascensos; los ágiles acróbatas que utilizan las barras rusas para escapar de la gravedad y, por último, el número en el que cinco monociclistas lanzan tazones de metal con los pies y los atrapan con las cabezas. Otros momentos de la función pasan sin pena ni gloria pero hay unos pocos, sobre todo los que pretenden ser de humor, que chirrían bastante y nublan en cierta medida el espectáculo. No comprendo a cuento de qué tiene que salir un torero, capote incluido, a hacer un par de gracias; me pregunto si este mismo número lo mostrarán en el resto de países durante su gira, pero si lo hacen únicamente por estar en España pienso que ya tenemos suficiente folclore en este país como para verlo también en un espectáculo del que esperamos de todo menos eso.

Totem debe disfrutarse desde las primeras filas que componen de la carpa, de 19 metros de altura y 51 de diámetro en la Casa de Campo de Madrid, para no perderse los detalles que hacen que merezca más la pena. Recomendable por aquellos números en los que se disfruta de una armonía de movimientos y una aparente sencillez que nos hace admirar el duro trabajo de los artistas que están en el escenario.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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