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09.11.2017 Críticas  
Spanish Horror Story: Guardamino

Uno, ir a ver cada nuevo texto de Guardamino a un teatro es un aviso de que algo bueno se cuece en esa sala donde allí se programe. En este caso, en el renovado Intemperie Teatro de Madrid, espacio que ya contaba en su anterior andadura con una programación exquisita, pero bajo esta nueva andadura, vuelve excelente la oferta.

Si en su primera vuelta Castigo Ejemplar Yeah ya cosechó llenos, en esta nueva ubicación no hay que esperar menos porque Íñigo Guardamino al texto y dirección son siempre es un imprescindible por su particular visión del teatro y del universo que texto a texto, va cimentando. Hay mucho de distopía en este mundo Guardamino, y en este caso nos ubica en el despacho del director de un internado en el que unos padres irrumpen de madrugada para destruir las pruebas que pueden involucrar a su hijo en una expulsión fulminante del centro.

Dos, son los protagonistas, Rodrigo Sáenz de Heredia y Natalia Diaz, que ya formaban parte del anterior proyecto «Este es un país libre (…)», que también reseñé aquí. Estos padres quieren evitar por todos los medios que su hijo IDG caiga en la pesadilla de la escuela pública, donde escasea la comida, y se invita a tener un pensamiento crítico y libre; nada comparable al cómodo entorno de un espacio con valores religiosos férreos, ritos iniciáticos vejatorios e intrusivos métodos para elaborar perfiles psicológicos, porque el poder está en la información y control exhaustivo de lo individuos.

El personaje del Padre (Sáenz de Heredia) comienza siendo un hombre que lamenta que su hijo siga falsos ídolos, representados en marcas registradas y consumismo compulsivo, añorando esos viejos tiempos en los que la educación paterna era férrea y despegada; un hombre que expresa haber perdido «la brújula moral» y al que detalles tales como los controles aleatorios en el Metro con tactos rectales, y menores que incendien casas por pataletas o violen a sus compañeros, no deja de ser algo que forja el carácter de cada uno, y es un parabién en un futuro. La Madre (Díaz) confiesa haber vivido una adolescencia feliz en la que lamentó la muerte de su actor favorito, pero no de su abuela, deja entrever abusos sexuales paternos, y se dejó llevar por una vida acomodada que siente como una dulce tortura soportable.

Los personajes de Guardamino siempre están sometidos al yugo de algo superior, pierden la voluntad y el libre albedrío, y terminan acomodándose a un régimen tiránico y esclavo de las apariencias, del dinero, del tedioso trabajo, y hasta de sus propios hijos. Antes todo era mejor, pero ahora no estamos tan mal, parecen gritar, aceptando ser marionetas de un sistema que les violenta, chantajea, y controla; un sistema patriarcal, gobernado por penes descomunales, venales, erectos y siempre dispuestos a penetrar hasta lo más hondo de cada uno. Falos que apuntan la dirección a seguir, el Norte emocional de esa brújula a la que hace referencia el Padre.

«Tres… te lo has buscado» es la proclama de Castigo Ejemplar Yeah, que gracias a sus acertadísimas referencias cinéfilas, los loquísimos diálogos, y las desternillantes barbaridades que relata esta pareja en escena, convierten a Íñigo Guardamino en un Ryan Murphy patrio conformando su genial Spanish Horror Story, un universo terrorífico pero real, como en el que vivimos actualmente inmersos, donde la insatisfacción, la represión, y el «borreguismo» campan a sus anchas. Yeah.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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