EL Teatro Calderón de Madrid se transforma en la mansión de la archiconocida y terriblemente divertida La Familia Addams. Una familia que pertenece al imaginario colectivo de muchas generaciones. Su humor negro, sus divertidas ocurrencias y su magia se despliegan en esta genial adaptación que ya pasó por Broadway antes de llegar a Madrid.
Aunque a priori el musical no me despertó grandes expectativas, he de reconocer que todo lo que me llegaba de esta nueva producción iba alimentando las ganas de verlo. Al parecer se estaba cuidando con mucho mimo tanto la adaptación como la puesta en escena. El elenco seleccionado reforzaba mis ganas de disfrutar de esta propuesta.
La ambientación en el teatro permite entrar ya en la sintonía del show. Un escenario que se adentra en el patio de butacas y que permite una cercanía que no suele ser habitual en los musicales de medio y gran formato. Los primeros compases son los de la mítica melodía de los Addams, ahí el público ya está conquistado, pero ahora hay que conseguir que no se disperse. La historia que cuenta esta adaptación musical se centra en el conflicto que provoca Miércoles, la hija de los Addams, al confesar que está enamorada de Lucas Beineke, un joven dulce, tímido, y perteneciente a una familia que en principio es lo opuesto a los Addams. La cena para presentar a las dos familias y dar el bombazo será el hilo conductor de las escenas. Los malentendidos, los secretos que se darán a conocer, y el amor. Sobretodo el amor. Porque al final resultará que el amor será el gran triunfador de esta alocada historia.
De hacer las delicias se encargarán Xavi Mira como Gómez. Xavi hace un Gómez tremendamente ocurrente, divertido, suyos son algunos de los mejores momentos. Carmen Conesa es la mítica Morticia. Su tremenda figura inunda el escenario. Lydia Fairén es Miércoles, y no solo saca todo su poderío vocal, sino un lado para la comedia negra, que muchos desconocíamos. Mención aparte para Julia Möller como Alice. Que Julia es una de las grandes figuras del musical en este país vuelve a quedar demostrado con creces. Iñigo Etayo no podía ser mejor elección para el papel de Lucas. Meritxel Duro es una abuela descacharrante, divertida, maravillosa. El resto del amplio elenco no se queda atrás, ensamblan a la perfección una producción que brilla.
Uno de los grandes méritos de esta propuesta es la escenografía. No se lleven a engaño. La escenografía aparentemente es sencilla, pero la luz del maestro Juanjo Llorens la hace volar. Las paredes que se mueven nos llevan a todas las estancias de la gran mansión de Central Park. El vestuario y la caracterización están sumamente cuidados. Los tonos grises de todos los ancestros les dan una luminosidad que en escena apabulla.
Una orquesta que interpreta los temas en directo (y cuanto se agradece que se apueste por la música en directo) va ayudando al desarrollo de un musical que pasa como un rayo entre carcajadas en el primer acto, y que en el segundo, se pone más sensiblón pero con buen ritmo.
No tiene el musical ninguna de esas canciones que te erice el vello, pero si consigue mantener una sonrisa de principio a fin, y ese es un logro notable. Un código de humor sano, sembrado de gags y de momentos divertidos hace las delicias de la platea. Un producto que en un principio generó dudas entre muchos aficionados al teatro, se salda como una de las sorpresas de la temporada. No duden en pedir cita para cenar con La Familia Addams, vivos o muertos son toda una sorpresa.
Crítica realizada por Moisés C. Alabau