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23.10.2017 Críticas  
Poderosa utopía (¿o distopía?) sobre la vejez

Carlo-Mô vuelve a la Sala Muntaner para celebrar su Aniversaurio 2117. Un espectáculo que se adecua a la perfección con la línea de trabajo que el clown ha venido desarrollando hasta ahora pero que, además, encuentra un gran valor añadido en sus connotaciones poéticas, en la construcción de su personaje y en la capacidad para entroncar con el público.

Es realmente complicado conseguir lo que Mô transmite desde el escenario. Tiene esa extraña habilidad para hacer sentir especial a cada uno de los espectadores, llegando a parecer que la función está hecha expresamente para cada uno de nosotros. Teniendo en cuenta la naturaleza del show, se sobreentiende que por mucho que se siga un guión no se puede medir el tiempo del espectáculo de antemano, ya que la respuesta del público no siempre será igual. El dominio para incluir las reacciones de todos los presentes es tal, que no se verán las costuras por ningún lado e incluso parecerá que las reacciones y participación de los espontáneos estaba escrita. Algo realmente mágico.

La escenografía de Xavi García viste muy bien la propuesta. Combinando efectos lumínicos láser (diseñados por Mattia Russo) con objetos de menaje del hogar cubiertos de cajas de medicamentos se crea el ambiente idóneo para que el personaje se nos antoje más que verosímil a nivel dramático. Muy acertada la selección audiovisual de anuncios vintage de medicamentos con la que se nos recibe a la sala.

Aniversaurio 2117 es un espectáculo que cuenta con un único protagonista, pero que no podemos clasificar como unipersonal. La participación de los técnicos de sala interactivos (distintos dependiendo de la función) hace que podamos ver hasta cinco clowns en escena. Ellos serán los que cambiarán “erróneamente” el decorado entre escenas. Este recurso narrativo se lleva a cabo con mucho acierto, superando la anécdota y convirtiéndose en seña de identidad de la función.

Humor, por supuesto. Pero el trabajo de Carlo-Mô es capaz de transmitir también tristeza y, sobretodo, mucha ternura. Su trabajo con el personaje es realmente emocionante y dramáticamente trascendente. Resulta un verdadero privilegio ser testigo de una actuación de este tipo. No sólo por la adecuación y transformación física en este anciano que llega a su casa el día en que cumple 150 años, detalle que no recuerda y ha olvidado. La ilusión vital y la no resignación a vivir (o morir) en soledad que transmite con su interpretación es conmovedora y digna de estudio. Siempre desde el clown. El que habla sin articular palabras completas. Excelente y muy relevante trabajo.

En paralelo se realiza una interesante reflexión sobre el efecto placebo de las medicinas y de la manera a la que nos aferramos a ellas como panacea de una vida ilimitada y feliz. No es habitual en un espectáculo de estas características el rigor con el que se trata en tema, siempre a través de los códigos genéricos por lo que se mueve. La adecuación intertextual es, por supuesto, otro de los grandes valores de este espectáculo.

Finalmente, Aniversaurio 2117 nos regala una oportunidad de lujo en nuestra cartelera para disfrutar de una pieza de teatro gestual, desde un enfoque clown, elevando este género al más alto nivel de las artes escénicas. Un viaje al futuro muy especial, que demuestra que no hace falta ir al cine para disfrutar de fantasías distópicas y apocalípticas. Un espectáculo alegórico y poético que, a la vez, toca de pies en el suelo. La interpretación de Carlo-Mô será de las que se recordarán esta temporada.

Crítica realizada por Fernando Solla

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