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09.08.2017 Críticas  
(Un)expected Song

Hacía tiempo (muchísimo) que Andrew Lloyd Webber no subía a las tablas de los teatros de Barcelona. En monográficos o como parte importante de conciertos dedicados al género sí, pero en una puesta en escena completa de una de sus obras no. Un motivo de peso, aunque no el único, para que Tell me on a Sunday sea un musical más que esperado.

A rasgos generales, la propuesta que podemos ver cumple con la mayoría de las expectativas y sacia la anticipación, tanto del aficionado más acérrimo como del espectador en general. La partitura de Webber sabe utilizar muy bien las reiteraciones para recuperar escenas o secuencias que marcarán la progresión de la historia de “la chica”, única y absoluta protagonista. En combinación con las letras de Don Black se consigue que el argumento y el personaje se desarrollen ante nuestros ojos con una verosimilitud y realismo inusual en gran parte de la obra del compositor.

La obviedad se consigue sortear durante prácticamente todas las canciones y el lugar común se muestra con inusitada sorpresa expositiva. Marc Gómez se convierte en embajador de lujo de todas estas premisas. Su adaptación al catalán es excelente en la medida que recoge todo lo descrito hasta aquí. Aprovechando todas las posibilidades tanto de la partitura como de las letras su labor sirve en bandeja de plata todos los trazos que el personaje necesita para que Lu Fabrés ofrezca la que, hasta ahora, nos parece su interpretación más completa y matizada.

La actriz se vale de esta oportunidad y realiza un muy buen trabajo. Sin dar por hecho que su rango vocal justifica por sí solo su acercamiento al personaje (y nunca anteponiéndolo a las necesidades del mismo), Fabrés nos gana con su magnífica trabajo corporal y con la expresividad de su rostro y la necesidad e impaciencia que transmite su mirada. Su entrega es total y absoluta y su movimiento por el escenario, así como la evocación de los personajes que no veremos y con los que conversa o discute, es francamente destacable. No se queda en la ingenuidad o el desgarro de las situaciones y sabe cómo trazar el recorrido anímico de su rol con verosimilitud y calado.

Incluyendo tanto las directrices musicales de Joan Comaposada, así como las generales de Ferran Guiu, Fabrés aprovecha cada nota y cada objeto de utilería presentes en el espacio sonoro y escénico. A destacar también el trabajo de los dos primeros, así como el diseño de sonido de Fran Paredes, que propicia un equilibrio entre instrumentos y voz muy bien balanceado. Guiu ha sabido tomar las riendas con rigor y sensibilidad, algo que ha ampliado incluso en los cambios de vestuario y de registro de la pieza.

Hay dos motivos, a pesar de todo lo descrito hasta aquí, que impiden que la ilusión del respetable se mantenga intacta durante la representación. Uno de contenido, intrínseco a la pieza, y otro decisión de los autores originales de la pieza. El primero es que la imagen o dibujo de las necesidades de una mujer resultan algo discutibles a día de hoy, incluso reduccionistas. Se quiere hacer pasar al personaje por una variedad de estados anímicos bastante variables, algunos de ellos bastante superados o relaltivizados en la actualidad. Cierto es que “la chica” no pretende ser un reflejo de “todas” las chicas. Más cierto todavía, que Fabrés dibuja a su personaje con carácter y abandonando cualquier atisbo de ingenuidad condescendiente o gratuita.

Por último, la supresión de “Unexpected Song” en el entramado de la pieza nos resulta incomprensible. La canción no formaba parte de la puesta en escena original, de acuerdo, pero con el paso del tiempo se ha convertido no sólo en la más celebrada de la pieza, sino en una de las más representativas de Webber. Por otro lado, destacamos la capacidad de todos los implicados de incluir todas las canciones interpretadas en el armazón dramático para favorecer la unidad del conjunto. Pero la ausencia del contraste que propicia este tema para que el personaje estalle (ante nosotros y ante si mismo) nos desarma e incluso frustra considerablemente.

Tan grave o tan poco como se quiera, ya que afirmamos que esta es una notable puesta en escena de Tell me on a Sunday, disfrutable y destacable por todo lo descrito hasta aquí, seguimos algo desconcertados por esta decisión. Se agradece el riesgo y el no ir hacia lo seguro, eso sí. Tras “Dies normals” y la propuesta que nos ocupa, seguiremos con atención el recorrido de todos los implicados aquí.

Crítica realizada por Fernando Solla

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