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26.06.2017 Críticas  
La sinceridad está sobrevalorada

La Mentira, escrita por el dramaturgo Florian Zeller, dirigida por Claudio Tolcachir y con un reparto compuesto por Carlos Hipólito, Natalia Millán, Armando del Río y Mapi Sagaseta, se estrenó el pasado 9 de junio en el Teatro Maravillas de Madrid.

La Mentira es una comedia fresca –idónea para estos sofocantes días- que brinda multitud de sonrisas más allá de la risa fácil gracias a sus diálogos bien encajados en el texto. Compuesta por juegos de palabras que nos permiten disfrutar de una cena en la que se plantea el asunto de la confianza en la pareja y de las infidelidades matrimoniales. Con una puesta en escena sencilla constituida por un escenario fijo – la casa de una de las parejas- donde aparece el comedor, un sofá y una barra de bar llena de elementos significantes que consiguen que una escena encaje a la perfección con la siguiente; además, un espejo situado al fondo reflejará, durante los 90 minutos que dura la obra, imágenes distorsionadas de los personajes acompañando de este modo los inesperados giros que aportan fluidez a función.

El elenco liderado por Carlos Hipólito y Natalia Millán -dos actores muy queridos por el público- ofrece una maravillosa interpretación en la que radica parte del éxito que está teniendo esta comedia. He tenido varias oportunidades de ver al actor madrileño sobre las tablas y en todas ellas he acabado admirando su gran trabajo. La popularidad de éste y de su compañera de reparto, no son gratuitos en absoluto y su trabajo en esta obra lo demuestra una vez más. Por otro lado, Armando del Río y Mapi Sagaseta cuentan con unos papeles más secundarios pero no por ello menos importantes, ya que su trabajo ayuda a dotar a la función de frescura, naturalidad y dinamismo. Los cuatro actores bordan su trabajo de principio a fin, demostrando una gran fuerza sobre el escenario. Me da la sensación de que el ritmo no está bien medido en determinados momentos y parece que decae levemente en aquellas escenas en las que se hace uso del humor fácil; aunque bien es cierto que esto apenas ocurre gracias a la emoción teatral de sus cuatro protagonistas.

Por último, algo que me gustaría destacar de la función es la capacidad de la risa – gracias a los diálogos rápidos que tienen lugar- para hacernos reflexionar y de este modo remover nuestra conciencia sobre el hecho de ser sinceros en nuestro día a día y con las personas más cercanas; aunque este punto a favor que tiene La Mentira desaparece en los últimos minutos con la escena final que, a mi entender, es demasiado explícita y acaba con todas las reflexiones y elucubraciones que hemos podido ir haciendo a lo largo del transcurso de la función.

La Mentira tiene todas las cartas para convertirse en la comedia del verano, lo confirman los sonoros aplausos que tienen lugar al finalizar la función.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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