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22.06.2017 Música  
THE BEACH BOYS, la banda de tributo

Ríos de tinta han corrido sobre las venturas y desventuras de ésta banda mítica que puso en jaque a los mismísimos The Beatles con ‘Pet Sounds’ (obra vocal, maestra e incontestable), que sirvió de acicate para que los de Liverpool se encerraran en los estudios Abbey Road y parieran algunos de los mejores álbumes de la historia de la música en su lucha por producir más y mejor.

Tal vez no fueran The Beach Boys quienes consiguieran tal hazaña, sino que fuera un solo hombre que pusieran a los ingleses contra las cuerdas, un hombre de nombre Brian y de apellido Wilson. El enormérrimo compositor, separado de la banda desde hace años, gira actualmente en solitario reviviendo ‘Pet Sounds’ y ‘Smile’, la obra magna de un grupo que actualmente es incapaz de ponerla en escena, tal y como quedó demostrado en el Festival del Jardins de Pedralbes. Eso son retos mayores.

El martes se nos presentaron como The Beach Boys un grupo de varios músicos donde el único “surfer” original era Mike Love, del que queda poco y menos la voz, y el teclista Bruce Johnston, que si bien no es miembro desde sus inicios entró a formar parte de la banda en 1964 cuando Brian Wilson decidió que lo mejor para él, para su salud y para su grupo era encerrarse en el estudio y experimentar. “Los demás que canten, yo crearé música” debió decir.

Entre fallecimientos y deserciones solo nos queda un frontman que ejerce como tal y se expone en concierto a mayor gloria suya, respaldado por proyecciones de diferentes calidades de un sinfín de imágenes de playas, olas, motocicletas, chicas en bikini y los propios músicos en diferentes momentos de su vida. Tiene gracia que los mejores planos de video sean para el propio Mike Love, que se ganó el derecho a utilizar el nombre más en los juzgados que en los escenarios, mientras que Brian Wilson, el artífice de todo, aparece escondido entre los restantes miembros. Incluso se muestra la galleta del vinilo original de ‘Good Vibrations’ con la autoría de Brian Wilson y ¿Mike Love? El desconocido que tenía sentado al lado todavía se está riendo.

Dejando de lado estas críticas centrémonos en el concierto per se. Iniciamos con ‘Surfin’ Safari’ para incitar a la revuelta entre el público y la verdad es que inicialmente suena bien pero al rato uno se da cuenta de que Mike Love hace de todo menos cantar y de que necesita apoyarse continuamente en las voces del guitarrista Jeffrey Foskett, el bajista Brian Eichenburguer y, sobretodo, el batería Tim Bonhomme Cowsills; mientras esperamos que acabe pasamos el rato embobados viendo como el tricampeón del mundo de surf Mick Fanning se marca un tubazo en Jeffrey’s Bay y a Laird Hamilton bajándose un muro de agua de 15 metros en Pe’ahí.

A partir de ahí la tónica es la misma, buenas canciones, buenísimas, no falta ni una, pero que no suenan a The Beach Boys porqué ni hay voz solista ni los falsetes son los que deben ser por mucho que nos esforcemos en filtrarlos por nuestros oídos para que suenen como queremos que suenen. A veces se mezclan los instrumentos de tal manera que parece más el soundwall de Phill Spector, en versión barata, que el sonido primigenio. Así pasaron como una exhalación los primeros minutos con ‘Catch a Wave’, ‘Little Honda’, ‘Do It Again’, ‘Surfin’ U.S.A’ y ‘Surfer Girl’; y así pasaron, también, las dos horas de concierto y 36 canciones hasta ‘Fun, Fun’, con la ilusión de escucharlas como deben ser luchando contra el inevitable ímpetu por ponerse en pie y bailar; porqué la música es buena, vaya si es buena, pero sonar, lo que es sonar, sonaba como si fuera una banda de tributo quien la interpretaba.

El momento de la actuación es cuando le dedicaron una canción a George Harrison, muerto hace ¡16 años!; ‘Pisces Brothers’ tiene una melodía fácilmente olvidable y una letra rayando lo ridículo que narra las aventuras que éste vivió en la India en compañía de, adivinen, ¡Mike Love!, acompañado de multitud de imágenes de ¡Mike Love!. Lo que debía ser un concierto repleto de nostalgia y divertimento tornó en una representación de que la edad no perdona a nadie y muestra quien era el verdadero líder musical del grupo y quien esperaba en el pasillo a que le llegaran las partituras.

Sobre ‘Good Vibrations’, posiblemente su mejor canción, omito opinión pues fue un desastre de principio a fin, con la cacofonía por sonido. Salvable, muy salvable, y para el recuerdo me quedo con ‘God only knows’ porqué sonaba como debía sonar, utilizaron la voz del intérprete original Carl Wilson, ya fallecido, sobre una base musical interpretada por los músicos.

Hay que valorar el esfuerzo y las ganas de salir a la carretera con 75 años pero uno también tiene que ser consciente de que aunque su cuerpo esté bien para según que cosas la voz puede que no esté para muchos trotes. Tal vez algo más suave, menos The Beach Boys también, pero más acústico y lento les habría funcionado mejor.

Crítica realizada por Manel Sánchez

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