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15.06.2017 Críticas  
Eficaz engranaje teatral

La comedia de Jordi Vallejo El Test encuentra un nuevo hogar en el Club Capitol. Y la verdad es que lo primero que sorprende al entrar a la sala es su adecuación al espacio. Un texto que sabe cómo encauzar con asertividad el cuestionamiento de los pilares estructurales de nuestra mentalidad práctica dentro de los cánones de la comedia situacional más o menos al uso.

Lo más destacable de esta propuesta es, sin duda, la honestidad de su planteamiento. Lejos de optar por una batería de giros argumentales que busquen la sorpresa del espectador a cualquier precio, El Test plantea su premisa ya en la primera réplica: Y tu, ¿qué escogerías, cien mil euros ahora mismo o un millón dentro de diez años? Este es el motor que desencadenará todo el asunto, así como el desarrollo de los cuatro personajes.

La dirección de Cristina Clemente es eficaz y muy consciente del texto que se trae entre manos. Con acierto, construye a cada personaje a partir del modelo social dentro del que más o menos puede etiquetarse. Así, el conflicto pasa de ser anecdótico hasta convertirse en un detonante de la relación de pareja, la amistad, la conciliación laboral y familiar, el conformismo, la renuncia, el clasismo y las distintas inseguridades y frustraciones que nos pueden asaltar a más de uno en momentos específicos de nuestras vidas.

En este sentido, la interpretación de los cuatro actores cumple con éxito con los requisitos de la propuesta, ofreciendo en varios casos más de lo que se acostumbra a dar o, incluso, a esperar. Hay una parte de su trabajo en el que se necesita que el ritmo cómico-escénico se domine al milímetro, y eso sucede. Pero es que, además, todos ellos realizan un fuerte trabajo introspectivo para dotar de carácter no sólo al rol prototípico sino a la persona individual que se esconde tras ese modelo. En muchas ocasiones, veremos a través de su mirada lo que piensan o momentos anteriores a lo que sucede en escena y que les han llevado al punto donde se encueran ahora, ante nosotros.

Un acierto de Vallejo es el de dosificar la aparición en escena de cada uno de ellos. A medida que la situación lo necesite, se recurrirá al nuevo personaje. Este detalle se ve claramente en la primera intervención de Berta (Clàudia Costas), que hasta el tramo final no aparecerá. Personajes ausentes en escena pero siempre presentes dentro el texto y las réplicas de su compañeros. Carme Poll se acerca a su Paula antes desde la palabra que del histrionismo que se podía presuponer a la situación, algo encomiable. A sus vez, Sergio Caballero combina contención y gestualidad más exacerbada, siempre encontrando el equilibro justo y llegando al gag en el momento preciso. David Vert consigue que su Hèctor se justifique incluso cuando no habla y encuentra siempre el tono necesario para que el desarrollo narrativo suceda con éxito. Muy buen trabajo de los cuatro.

El espacio escénico de Jordi Casanovas resuelve con éxito las necesidades del texto y de la figuración de los intérpretes, incluso cuando se disponen a cenar, para que ninguno de la espalda al público y para que todos mantengan una comunicación corporal adecuada al tono de la conversación y de lo que sucede en escena.

Finalmente, hay que destacar la combinación del registro más o menos de vodevil o de comedia situacional con la exposición de los distintos temas y puntos de vista. Aunque es cierto que en varios momentos la reflexión queda en un segundo plano y nos centramos en el caso concreto y las vivencias de los protagonistas, no es habitual este rigor argumental y narrativo. Títulos como El Test y puestas en escena con la de Clemente ayudan a situar al género en el nivel y altura que debe estar.

Crítica realizada por Fernando Solla

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