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14.06.2017 Críticas  
Generosa y fértil conferencia musico-teatral

El Teatre Romea se convierte en ese foro de debate e intercambio cultural que reside en lo más intrínseco de la finalidad teatral. En Amors & Humors el contenido dramático se centra en indagar en la vida y obra de William Shakespeare y Miguel de Cervantes. En su relación y su validez tanto formal como temática a día de hoy.

Abel Folk y Pep Planas se han basado en los dos autores para crear una suerte de diálogo escénico, de los artistas con el público. El primer acierto es que no se han centrado únicamente en su aportación teatral, sino que han consensuado un libreto a partir de la poética y la musicalidad de sus trabajos. Para ello, han unido su talento al de la soprano Maria Altadill y al de los músicos Felipe Sánchez, Javier Aguirre y Mikko Ikäheimo. La convivencia de los seis y su interacción con los espectadores fluye con una espontaneidad que parece que realmente la conferencia surge de manera espontánea.

La ruptura de la cuarta pared es inherente a este tipo de propuesta y los dos actores consiguen la participación y la escucha activa desde un primer momento. Ambos sobresalen en todas sus intervenciones, tanto como maestros de ceremonias como en las interpretaciones de las piezas o fragmentos seleccionados. Sin querer trazar una barrera elitista o erudita consiguen poner en primera línea de actualidad el estilo de Shakespeare y Cervantes, recuperando esa combinación de excelencia formal y contenido popular. Excelente el monólogo de “Hamlet” de Planas y ejemplar el acercamiento a “Timón de Atenas” de Folk.

Resulta muy emocionante asistir a este generoso intercambio. Condensar en una hora y media todo lo aprendido en su dilatada trayectoria profesional sería imposible, pero sí que tenemos la sensación de compartir una muestra muy representativa de la vocación y oficio de ambos. Por su acercamiento a los textos y al material, y manteniendo las muy valiosas traducciones de Salvador Oliva y Joan Sellent.

La presencia de Altadill resulta imprescindible. Sería absurdo intentar valorar el virtuosismo de la artista, indiscutible. La ejecución vocal nos deja atónitos de la primera a la última intervención. Y eso sucede, precisamente, porque gracias a lo que hace esta mujer en escena entendemos unas canciones dentro de su contexto original y volvemos a situar a la música como arte indisociable (y popular) dentro de cualquier representación escénica. La música se ha de escuchar y experimentar en vivo, y se vuelve viva en boca de Altadill.

El espacio escénico se ha desnudado prácticamente al completo para centrarnos tanto en el texto como en la música, protagonistas principales de la propuesta. La herramienta de una actor es el lenguaje y en este terreno hay que alabar una vez más la aproximación a todo tipo de registros e idiomas (catalán, castellano e inglés). Realmente impresionante. A su vez, los músicos no tocan sus instrumentos sino que nos los enseñan. Instrumentos antiguos tras los que parecen desaparecer para que ellos se conviertan en protagonistas y emisores del mensaje musical. Un auténtico lujo.

Finalmente, tanto por lo arriesgado del formato elegido como de la intención de llenar un aforo como el del Romea con una propuesta tan a contracorriente, la visita debería tenerse muy en cuenta. Si además, lo que se nos ofrece son herramientas tan valiosas para reconocernos dentro de un material del que somos no tanto testigos como descendientes y herederos, el aplauso (y de nuevo la asistencia) se transforman en un agradecimiento inmenso. Una suerte que este espectáculo forme parte de nuestra cartelera teatral, al que deberíamos volver siempre que decidamos leer cualquier texto de ambos autores o asistir a sus representaciones escénicas.

Crítica realizada por Fernando Solla

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