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07.06.2017 Música  
Un ‘best of’ de un Rufus Wainwright exquisito y bello

El cantante y compositor Rufus Wainwright deslumbra en la primera jornada del Festival Jardins de Pedralbes y hace un repaso a toda su carrera musical. Wainwright presenta un concierto de hora y media en el que demostrará que menos es más, y que lo suyo es el buen gusto y la devoción por la (buena) música.

Pocas expectativas podían haber relacionadas con el concierto que Rufus Wainwright ofrecería en la primera jornada del Festival Jardins de Pedralbes. La cuestión era bien sencilla: este prolífico e inquieto compositor medio estadounidense medio canadiense ha coqueteado con el rock, el pop, la música independiente, la clásica, la ópera… y el año pasado les ponía música a algunos sonetos de Shakespeare. ¿Alguien se puede anticipar a un concierto suyo? No, nadie se imagina lo que este polifacético artista tiene por ofrecer hasta que no lo ha visto con sus propios ojos

Pero ahí estamos todos los presentes, inaugurando el Festival Jardins de Pedralbes después de haber saboreado la voz de Dolo Beltrán que, como telonera, habrá presentado su último trabajo en solitario, ‘Copiloto’ en una presentación sencilla, sin artificios y con un encanto especial. Rufus Wainwright, aparece en el escenario para sentarse tras su piano de cola para, sin más dilación, iniciar un recital de sus canciones preferidas.

Hijo de músicos, empezó a girar como artista a la temprana edad de 13 años, con una adolescencia complicada y marcada por el miedo a manifestar su orientación sexual, con algunos traumas y posteriores problemas con las drogas; Rufus le canta a lo cotidiano, al amor y a la música desde la perspectiva de quien ya ha vivido mucho a sus 44 años.

«Hombres leyendo revistas de moda, ¡oh, qué mundo!», al ritmo de ‘Oh what a world’ pasea por su época más pop de hace 14 años (en la que ya coqueteaba, como en este tema, con los clásicos de la música) para luego presentarnos uno de sus temas de ópera. Este sábado Wainwright llevará a París su ópera, titulada ‘Prima Donna’, que pasó sin pena ni gloria durante los últimos años; e interpretará uno de sus temas para el público de esta noche. Con su voz definida, incisiva, que contiene el vibrato justo y necesario para embellecer cualquier giro vocal, Rufus cambia de registro sin que se le caigan los anillos para volver de la ópera a su característico pop con ‘Out of the game’.

Aunque a priori puedan parecer cambios muy bruscos, el artista tiene la capacidad de cambiar de registro, de década e incluso de instrumento manteniendo la magia del momento.

Rufus nos cuenta que en un festival en San Remo le pusieron de apodo «Lo Scandaloso», que un masajista de Sant Cugat del Vallès le inquietó con su uso del inglés, o que qué suerte de su marido, que le recuerda que hable de su ópera en sus conciertos. Y con esa conexión con el público, el recital sigue su curso bajo la noche barcelonesa; incluida una aparición de Pau Figueres, un virtuoso de la guitarra que acompañará a Rufus en un tema.

El artista nos avanza que está trabajando en un nuevo disco y que, después de sus periplos de los últimos años, volverá a hacer algo de pop. «Y qué difícil hablar de los tiempos que corren», Rufus Wainwright se ha manifestado abiertamente en más de una ocasión en contra del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y señala que hacerle una canción hubiera sido demasiado, así que nos cuenta que ha elegido usar una historia mitológica: la de la espada de Damocles.

En algún momento dado entre la nueva canción que nos presenta y la siguiente, el piano ha desaparecido sin que nadie se haya dado cuenta, y de repente Rufus está ofreciendo su voz a capella para llenar cualquier espacio que haya podido quedar en la platea. Así, Wainwright acabará la primera parte del concierto al ritmo de una que no podía faltar: ‘Cigarrettes and chocolate milk’.

A la vuelta del bis y después de ‘Going to a town’, Rufus Wainwright ofrece ese momento que muchos hemos estado esperando con emoción; suenan los primeros acordes de ‘Hallelujah’ y todos los móviles aparecen de la nada para registrar tan especial momento. Con la magia que Rufus expande en cada estrofa, la velada llega a su fin y este polifacético artista se despide de todos con un «hasta pronto» que esperamos que sea breve.

Crónica realizada por Bea Garrido

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