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27.05.2017 Críticas  
Entre la simpatía y la mala leche

Nuevo reparto y reinvención del musical Generació de Merda. El Teatre Gaudí acoge esta vez la propuesta de Xavi Morató y Gerard Sesé que quiere retratar la realidad de un espectro de la población cada vez menos joven. El resultado mantiene lo mejor de las anteriores puestas en escena aprovechando la inmersión que facilita la nueva sala.

Aunque la intención crítica es evidente, en muchos momentos la simpatía y condescendencia domina el conjunto. El hilo argumental será una excusa para sacar los trapos sucios de la realidad socioeconómica y la estructura narrativa será voluntariamente inconexa. Es de agradecer que todo esto no sea una excusa para enlazar un tema musical tras otro, sino para evidenciar tópicos que ya conocemos y propiciar situaciones cómicas que, en parte, funcionan muy bien.

Se echa de menos, incluso, un poco más de acidez. El texto parecerá reírse de sí mismo evidenciando lugares comunes del género y carencias del libreto, con constantes salidas de guión (en ocasiones, muy divertidas). La broma resulta algo reiterativa y, al final, el espectáculo llega a convertirse (en algunos momentos) en aquello de lo que quiere huir. Nada que no se pueda salvar, gracias a unos intérpretes que se dejan piel sobre el escenario.

Morató ha hecho un buen trabajo en la dirección de actores, aprovechando los puntos fuertes de cada uno de ellos. Ha querido repartir los momentos en escena de los seis miembros del reparto y, en parte, gracias al desdoblamiento de alguno de ellos, el protagonismo queda muy igualado. Quizá por la juventud del elenco, el acercamiento a los personajes no siempre da con la edad de los mismos, pero todos los defienden con una entrega absoluta.

Víctor Gómez destaca por su rango vocal, que en algunos momentos se somete a burla. Joan Olivé demuestra espontaneidad tanto en el texto como en la parte cantada. A su vez, Eloi Gómez se enfrenta a uno de los personajes más pasados de vuelta del a función y el actor lo aprovecha para soltarse la melena y desfasarse un poco. Berta Peñalver y Gerard Sesé se desdoblan en varios personajes y, la verdad es que consiguen dotar de ritmo a la función y, de paso, algunos de los gags más celebrados. Destaca también la vis cómica y espontaneidad de Mònica Macfer, así como su ejecución vocal. El sonido debería ajustar más en algunos momentos la convivencia de voces y música.

Lo que sí que se percibe es muy buena conexión entre el texto de Morató y las canciones de Sesé. La mayoría de ellas ofrecen los mejores momentos de la representación y, sin duda, que la orquesta suene en directo añade énfasis al conjunto. La disposición del espacio escénico está muy bien aprovechada para que la coreografía de Griselda Astudillo y Helena Vicente destaque. El salto al formato con público a cuatro bandas se ha resuelto y apoyado en la dinámica iluminación de Dani Gener.

Finalmente, Generació de Merda consigue recoger el testigo de la actualidad inmediata a modo de burla o broma, repartiendo para ambos lados. Sin victimizacón y desde la simpatía. Una función que se disfruta por la vis cómica de los intérpretes y que sabe jugar bastante bien con los tópicos y sus posibilidades escénicas. Un musical que bebe de muchas fuentes distintas.y que las combina hasta ofrecer algo que, aunque ya lo hemos escuhado en otras ocasiones, asegura la diversión y el mantenimiento de un ritmo dinámico mientras dura la representación.

Crítica realizada por Fernando Solla

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