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22.05.2017 Críticas  
Engrunes: El éxodo de Hánsel y Gretel

La sala Fénix acoge esta pequeña obra que habla un problema tan inmenso y real como es la la crisis de los refugiados. Una feroz crítica que alza la voz para concienciar el drama humano que sucede hoy en día en las costas del Mediterráneo.

Tenía mis reticencias a la hora de ir a ver Engrunes: quizás, por prejuicios o por complejos, tenía miedo que fuese otra obra de carácter alternativo donde el contenido o la lógica de la obra se pierde durante la elaboración artística de la obra. Sin embargo, no podía estar más lejos de la realidad: Engrunes es una obra muy directa que no escatima ingenio ni originalidad tanto en su mensaje como en su ejecución.

La Cía. Rumb Teatre, una joven compañía con un marcado carácter social, nos explica la historia de cómo Hánsel y Grétel, en su cabaña perdida en el bosque, se encuentran un día con un extraño espíritu que les habla de un maravilloso lugar llamado “civilización”, donde las casas son de chocolate y la lluvia de Lacasitos. Pero, cuando emprendan el viaje, verán que no todo es tan dulce como se describió: se tendrán que enfrentar al peligroso mar, que se engulle a cientos de inmigrantes como ellos, a las aglomeraciones y al pánico de los refugiados que viven en los campamentos, y al olvido de las sociedades que tan dulcemente les cantaban sus bondades.

A pesar de la dureza del mensaje, Engrunes intenta no abandonar la candidez en el tono de su discurso. En ningún caso se pretende banalizar o magnificar la tragedia más de lo que realmente es: el foco de la obra, más bien, consiste en el intento de mantener la humanidad y en unir a las personas a pesar del trauma y de la impotencia que se siente. La obra también viene especialmente marcada por el componente de danza que hay en los momentos más tensos de la obra, y la mayoría de elementos escénicos, aún sencillos, reflejan con ingenio el dramatismo del viaje que emprenden los personajes.

Como a muchas obras donde la pasión por el mensaje social es muy grande, Engrunes se deja llevar por la emoción y a medida que se acerca el final de la obra, abandona el tratamiento teatral para poder hacer un reclamo bien claro acerca de lo que está sucediendo. En este momento, es difícil hacer una crítica de la obra teatral en términos meramente positivos o negativos, ya que se convierte en una exposición de un suceso, y por poco “artístico” que suene esto, uno no puede desechar un trabajo solo por enunciar la realidad de la forma más directa posible.

Engrunes representa todo un esfuerzo de ingenio, condensado en su pequeño formato, enfocado a concienciar sobre este fin social. Su estética sencilla y su intención de acercamiento a las personas es agradable, y su uso de elementos más allá del teatro convencional es algo que, aunque arriesgado, genera muy buenas vibraciones si se usa en cantidades y momentos idóneos. Una buena experiencia escondida en las calles del Raval.

Crítica realizada por Rubén Recio

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