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08.05.2017 Críticas  
Bienvenidos al sugerente circo suizo

Llevan un mes en el Teatro de la Luz Philips Gran Via, y este espectáculo de circo continúa siendo un gran desconocido en la cartelera madrileña quizás por el pensamiento de «otro espectáculo más de variedades». Ohlalá no es otro show más de circo con acrobacias y malabarismos; es EL espectáculo de circo que muchos estábamos esperando.

Desde meses antes de su estreno comenzaron a verse en revistas del medio un anuncio a doble página del «próximamente» de este espectáculo, y yo, nada amigo de esta disciplina, pero curioso en general, prometí darle (otra) oportunidad a algo que despierta tantas pasiones y gusta tanto en general. Es imposible que Ohlalá no esté a la sombra de nuestra franquicia patria ‘The Hole’, en todas sus variantes, con una de ellas compitiendo por espectadores en la actualidad, pero esta producción suiza sobrepasa en tiempo y experiencia, con ya siete producciones a sus espaldas.

Los productores de Ohlalá, Gregory y Rolf Knie (hijo y padre), cuya empresa opera el Circo Nacional Suizo, llevan desde el 2002 perfeccionando la formula magistral para diferenciar este espectáculo de todos los demás. Lo que nos llega a Madrid es el show número cuatro de la compañía, con once números acrobáticos, coreografías y música y voz en directo, algo que se agradece acostumbrados a la música enlatada instrumental de muchos de estos shows, donde prima la espectacularidad de lo que acontece sobre el escenario, dejando de lado detalles como ese.

Una absurda maestra de ceremonias, cuyo nombre se anuncia como una gran «guest starring» pero que debe ser conocida en el portal de su casa, introduce al espectador de una forma ridícula e impostada, en el mundo ‘Sexy-Crazy-Artistic’ en el que se mueve Ohlalá, y pasado este momento de terror inicial, comienzan a sucederse las sorpresas. Jóvenes que parecen hermanos de los torneados Hemsworth (si, de Thor y el novio de Miley Cyrus), esculturales mujeres que se debieron quedar a las puertas de ser ángeles de Victoria’s Secret, y la increíble voz de Aurore Delplace.

Durante todo el show gravitaba en mi cabeza la idea de que Ohlalá es el gran show de los interludio de las grandes divas del pop. Un día debieron juntarse los Knie y comenzaron a reclutar a todos los descartes de los cuerpos de baile de Kylie, Madonna y Katy Perry, para formar un equipo de baile que dejase boquiabierto al personal, como suele ocurrir en esos momentos de cambio de vestuario que acontecen durante las giras mundiales de estas reinas. Todos son guapos, todos están fuertes, y todos hipersexualizados, siendo este adjetivo nada denigrante ni siquiera discriminatorio, porque esa esculturalidad, acompañada del talento que sudan, son una gran baza de la función.

Cisnes negros contorsionistas, un lap dance a cuatro, que se agradece que sea una mujer la sujeto del mismo, y cuatro los maromos que la cortejen. Todos los números son dignos de una despedida de soltera mixta, y de calidad, con un singing in the rain en barra americana, que deja boquiabierto, un número con hula hoop que parece increíble, un diestro Indiana Jones con la lengua más ágil que su látigo, y que solo por este momento merece la pena todo lo demás; y un numero en patines digno de presenciar y sufrir.

Las dos horas (con descanso) de duración, no se hacen cuesta arriba, y menos cuando el segundo acto supera en espectacularidad y adrenalina al primero. Por ponerle alguna falta, la escasez de humor, ya que quizás la barrera idiomática de la compañía impide que esos números brillen, como lo hace el del divertídisimo hombre con látigo, que se mete a la audiencia en el bolsillo, y gritando por más; más mala leche y más humor picante. El día que pude disfrutar de Ohlalá, el público estaba especialmente entregado, y eso hace que las interactuaciones con la audiencia brillen, y desees ser tú al que saquen al escenario.

Son múltiples las promociones que están sacando semanalmente, y todo para poneros fácil que vayáis a pasar un buen rato al teatro, para todo aquel que disfrute esto más que un Miguel del Arco. Están hasta el próximo mes de junio, y deberíais sacrificar un par de copas en cualquier garito de moda, por ir al teatro.

Critica realizada por Ismael Lomana

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