Soleimanpour no puede salir de su Irán nativo, pues es objetor de conciencia al rehusar de hacer el servicio militar, obligatorio en aquel país. Impedido entonces para viajar, el dramaturgo ha convertido su aislamiento en su mayor ventaja, mediante el desarrollo de una obra que no requiere de director, ni escena y puede ser adaptada a cada actor o actriz en cada performance.
La obra comienza cuando cada uno de los actores extrae de un sobre lacrado la script de la pieza.
White Rabbit Red Rabbit es una absurda aventura que se sitúa entre la comedia y el drama. Ha sido representada en diversos e importantes escenarios del mundo. Comenzó sus andanzas en la primavera de 2011, cuando fue incluida en la programación del «Iranian Theater Festival», celebrado en el Brick Theater de Nueva York. Esta pieza es una oportunidad para aproximarse a la apasionante y vibrante escena cultural de Irán, a pesar de la existencia de casos como el del joven dramaturgo Siavash Pakrah, encarcelados por cometer un delito de opinión u oposición a la teocracia propia del régimen iraní; así como el de tantos otros activistas o periodistas que fueron encarcelados o ejecutados por llevar a cabo la libertad de expresión.
Parace que Soleimanpour expone en White Rabbit Red Rabbit un conjunto de códigos y de fábulas, a pesar de que la pieza no esté siendo representada en Irán en la actualidad. Su opción es fruto, quizás, de la realidad que vive una generación de artistas, obligada a narrar sus ideas con en términos abstractos y encriptados, para no pasar la línea roja marcada por la legislación de la república islámica.
La clave del éxito de este happening teatral postmoderno es el componente del misterio inherente al mismo.
El turno de la obra al que asistí estuvo amenizado por Nora Navas, como actriz escogida. La intérprete supo ejecutar de manera excelente los giros propios de la tragicomedia de Soleimanpour, a medida que iba leyendo el texto, ante un público participativo y entusiasmado ante esta fábula sobre asesinatos, relaciones de poder, conejos y suicidios.
Crítica realizada por Lucía Morales
