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07.04.2017 Críticas  
Monchichi, la lucidez del mestizaje

La compañía Wang Ramírez presenta Monchichi en el Mercat de les Flors. Creada en 2011 y presentada con éxito en múltiples escenarios del mundo, esta pieza es más que la historia de amor de un bailarina de danza clásica y un b-boy.

Es el relato de Honji Wang y Sébastien Ramirez, procedentes de diferentes culturas e identidades a pesar de haber nacido en Frankfurt y Perpignan, respectivamente. ¿Qué pasa cuando se conocen una alemana de padres coreanos y un francés de padres españoles y catalanes? Quizás pudieran surgir más complicaciones de las que nos pudiéramos imaginar.

Monchichi adquiere su nombre del apelativo -más próximo al estigma social que al humor- que un vecino le dio a Wang cuando era niña, tras verla en el suelo al sufrir una torpe caída. Supone un puente entre las diferencias de Wang y Ramírez entre el ballet y la breaking, que exponen una suerte de performance simultánea en el escenario. Este enlace entre la tradición y los ritmos urbanos van aderezados con una delicada combinación de luces blancas, verdes y rojas en escena.

Al principio de la pieza, cuando los personajes todavía no se conocen, se observan tímidos y muestran unos movimientos que parten de un staccato angular: zonas del cuerpo moviéndose en percusión de forma robótica para volver replegarse a posteriori. Cuando Wang y Ramírez se conocen y conectan entre ellos en escena, sus cuerpos tornan en entes sinuosos, prácticamente acuosos, en una puesta en escena de corte experimental. Ambos ejecutan finalmente hábiles movimientos de hip-hop entrelazados con dosis de danza clásica.

Después, las dosis de humor llegarán de la mano de los respectivos monólogos de Wang y Ramírez, explicando a la audiencia las dificultades que cada cual tiene para comunicarse con sus respectivos consuegros, debido a la multiplicidad de lenguas que se manejan en entre ambas familias: inglés, francés, alemán, coreano y español.

Supongo a muchos de vosotros Monchichi os resultará familiar, debido a la contemporaneidad de la historia de sus protagonistas. Pudimos ver esta pieza poética, urbana y con grandes dosis de energía del 7 al 9 de abril. Un acierto más en la programación de esta temporada del Mercat de les Flors.

Crítica realizada por Lucía Morales

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