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31.03.2017 Críticas  
Gran ópera y modesta producción

Hablar de Madame Butterfly es hablar de un icono del género operístico. Giacomo Puccini escribió la música de esta tragedia japonesa allá por 1898, y desde entonces ha enamorado y emocionado a millones de espectadores. Llega al Teatro de la Luz Phillips Gran Vía una producción modesta que cumple su cometido.

La ópera es un género tan majestuoso que evidentemente se disfruta más cuando todo el conjunto está a la altura. No solo la parte actoral, sino también el espacio y la producción. Las grandes óperas de enormes presupuestos que se programan en los grandes templos operísticos del mundo, tristemente están al alcance de muy pocos. Por eso se agradecen producciones más modestas que aunque no teniendo todos los medios necesarios, se esfuerzan con ahínco por acercar la ópera al gran público.

Tomar la Madame Butterfly para eso es un acierto. La historia de esta tragedia japonesa es sumamente fácil de seguir. Es una gran historia de amor, una gran tragedia. Tiene todos los ingredientes necesarios para ser una buena primera aproximación a la ópera. Personajes fácilmente identificables, algún toque de humor, un romance desbocado y un final trágico. ¿Qué más pedirle a una ópera? Las melodías son reconocibles. Destaca por encima de todas la bellísima aria del principio del segundo acto. Ese canto de esperanza que canta la protagonista: “Un bel di vedremo”.

La Orquesta Filarmónica Mediterránea junto a la Compañía Estudio Lírico, son los encargados de poner en pie esta Madame Butterfly durante unos días en la Gran Vía madrileña. El montar un espectáculo así es digno de todas las alabanzas. Con medios escasos ponen una ópera más que digna en escena. Es cierto que la escenografía peca de costumbrista. Mi opinión es que con menos aparejos escénicos se conseguiría mucho más. Las voces son correctas. No estamos hablando de primeras figuras. Una compañía modesta que da lo mejor de ellos mismos para entonar las bellas melodías de Puccini. No les podemos pedir la perfección que a veces exige la ópera. Se agradece el gran esfuerzo que hacen.

Esta Madame Butterfly es modesta, interpretada sin grandes lujos y con algún que otro error. Pero la intención es tan digna, tan noble que solo podemos agradecerles que durante dos horas nos trasladen a ese Japón de casas de papel, de cerezos en flor, de amores que se van para no volver. Al mundo de la Butterfly.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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