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06.03.2017 Críticas  
Un truco de escapismo entre el poema escénico y el documental

Nueva colaboración del autor Jan Vilanova Claudín y la compañía Sixto Pax. De nuevo teatro documental que no tiene miedo a evocar a los personajes y las situaciones escogidas desde un prisma poético y altamente alegórico. Si los hechos son lo que son, la manera de aproximarse y comprenderlos se convierte, en una pieza que habla del sueño de la creación artística.

Partiendo de la figura del escritor francés Romain Gary, descubriremos qué le motivo a esconderse bajo un doble pseudónimo y qué papel jugó la figura de su sobrino, así como la de su madre y la actriz Jean Seberg. No desvelaremos más. Pau Roca ha dirigido el texto de un modo que el espectador siempre sabrá lo que está pasando y a quién está observando. Precisamente, la primera sorpresa tanto del texto como de la puesta en escena será que no se juega a confundir al público con la identidad de los personajes. Lo que se buscará será una explicación del porqué y de las motivaciones vitales del protagonista.

Ya aprendimos en “hISTÒRIA” que no hay un único porqué y que la ficción juega un papel relevante en la configuración del imaginario popular. Un acierto de la obra es que a pesar de centrarse en un capítulo muy concreto de la vida de Gary, se desarrollarán pinceladas tan fugaces como su propia imaginación de los episodios determinantes para la situación que conforma la trama. Hace unas cuantas temporadas, disfrutamos del montaje teatral de “La vida por delante”, adaptación dirigida por Josep Maria Pou de la novela de nuestro autor-personaje. Con ella ganó el premio Gouncourt (con el pseudónimo de Émile Ajar). Aunque en DYBBUK quedará bastante claro, conocer la pieza también nos sirve para descubrir más facetas de Gary, ya que es una obra dedicada a su madre, en esta ocasión interpretada por Patrícia Bargalló. Realidad, ficción, creación. Todo difuminado pero unido, de algún modo.

Sin duda, el punto fuerte de la función resulta el retrato de la relación entre Gary y su sobrino. Ambos personajes están muy bien defendidos por Víctor Pi y el propio Roca. La profundidad de la expresión de ambos es más que elocuente. Bargalló realiza el doble personaje de madre y Jean Seberg. La diferencia de edad entre los intérpretes y los personajes, así como de los momentos en los que se les hace coincidir en escena, marcará una interesante y multidimensional línea temporal. Pepo Blasco completa un reparto compacto y en el que cada intérprete desarrollará a su personaje desde un punto de vista personal y complementario al resto.

Otro gran acierto resulta el vestuario de Berta Riera. Esas pinceladas literales sobre las prendas ayuda a que el espectador tenga una sensación mágica de conocer a los personajes según los trazos de la imaginación de Gary. Tanto la manera como el efecto conseguidos son tan originales como adecuados.

La escenografía de Paula Bosch desnuda prácticamente el espacio escénico. Apenas unos cubos medio traslúcidos y medio opacos. Polivalentes. Oscuros pero capaces de dejarse atravesar por la luz. El gran apoyo es una pared usada a modo de pizarra sobre la que los intérpretes pintarán distintos nombres, propios y no. El material permitirá tanto este recurso como la proyección de las imágenes documentales. Un trabajo muy bien complementado con la iluminación de Guillem Gelabert y la música y el sonido de Txume Viader. Manteniendo esa ausencia lumínica se consigue, por un lado, focalizar el énfasis en cada protagonista y, además, mantener el ambiente de extrañamiento y anticipación, así como el secretismo que invade a los distintos personajes. En el caso de Viader, la función poética ayuda a redondear que el material de partida transite en este doble juego entre ilusión y realidad.

Finalmente, DYBBUK supone un paso más en la investigación que Sixto Pax desarrolla trabajo tras trabajo y consigue que, sin olvidar el impacto todavía recente de “hISTÒRIA”, nos enfrentemos a un nuevo texto con una mirada completamente limpia y abierta a descubrir esta muestra de teatro documental. Sin duda, conocer el trabajo anterior y tener la capacidad de dibujar un tiralíneas imaginario entre ambas piezas, multiplica la calidad de la experiencia del espectador.

Crítica realizada por Fernando Solla

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