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13.02.2017 Críticas  
Trazando el mapa vital

Las Naves del Matadero acogen un texto escrito y dirigido por el reconocido hombre de teatro Juan Mayorga. Una brillante idea, con tintes de leyenda. Un dibujo del horror nazi en Varsovia interpretado por dos ases de la escena. Blanca Portillo y José Luís García-Pérez.

EL CARTÓGRAFO nació de una experiencia real del mismo autor. En un viaje a Varsovia, intentó recorrer los restos del gueto siguiendo el rastro de unas fotografías que había contemplado en una exposición. En esas fotografías se retrataba la vida del gueto. Todo eso, había desaparecido. En la actualidad, solo una piedra negra recuerda la existencia y el lugar en el que se ubicó el malogrado gueto de Varsovia.

La obra nos presenta a Blanca y su marido. Este último trabaja como ayudante del embajador en Varsovia. Blanca descubre las fotos del gueto y se empeña en recorrer los lugares reflejados en esas fotografías. En ese periplo, se topará con la historia de la niña y EL CARTÓGRAFO del gueto. Una historia que nos permitirá ir conociendo el horror de ese desafortunado lugar.

La idea del enfermo y confinado CARTÓGRAFO que dibuja el mapa con la ayuda de la inocente mirada de la niña me sedujo poderosamente. Una brillante idea que permite además unas interesantes reflexiones sobre lo que se ve en los mapas. Sobre lo que queremos recordar y olvidar. Sobre la composición de nuestro propio mapa vital. Toda esa parte me enganchó a la historia que se planteaba. Pero tiene EL CARTÓGRAFO otras cuatro o cinco historias que discurren en diferentes épocas, y ahí es donde la confusión a veces se apodera de la platea. A pesar del esfuerzo interpretativo de José Luís García-Pérez, que se desdobla con solvencia defendiendo un tremendo abanico de personajes dispares, a pesar de tener en las tablas a una grande de la escena como es La Portillo. En algún momento yo divagué.

El amplísimo espacio en el que se han de mover los actores, la escenografía dispersa y fría. El vestuario rojo, monocromático, lineal, me llegó a saturar. Encontré historias que no me aportaban nada, y que ralentizaban el desarrollo de la que se supone es la historia principal. Una historia que queremos enlazar con la crisis existencial de Blanca y su marido, y que solo muy avanzada la historia, descubriremos un hecho trágico que nos ayudará a entender la obsesión de Blanca por encontrar a alguien que conociera al CARTÓGRAFO.

Es una función densa y larga. El gran espacio de la Sala Fernando Arrabal juega en contra de la misma. El trabajo actoral es de calidad, destacando el oficio de José Luís. La Portillo está correctísima, aunque no la vi explotar como en otras ocasiones. Si me emocionó profundamente su relato del terrible horror del gueto, con luz de sala, y mirando a la platea. Me pregunto si quizás alguna de las historias se podría haber suprimido, y si pudiéramos haber tenido algún momento más disfrutando de la excelente manera de narrar de La Portillo.

Me quedo con la sensación de obra incompleta. Me quise emocionar y no lo conseguí. Aun así es un punto de partida de conversaciones interesantes. Las lecturas que se pueden sacar después de esta función son bastante infinitas. Y la idea de trazarnos un mapa vital, un mapa en el que decidir que contar y que se queda fuera, me parece simplemente fantástica.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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