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09.01.2017 Críticas  
Llueven aplausos

LLUVIA CONSTANTE se reestrenó el pasado 28 de diciembre en el Teatro Bellas Artes de Madrid. Dirigida y adaptada de manera impecable por David Serrano, no deja lugar a dudas del buen trabajo que hay detrás y que, absolutamente, se ve sobre las tablas.

La obra, que cosechó grandes éxitos hace algunos años, vuelve a los escenarios madrileños por todo lo alto convirtiéndose en una nueva oportunidad para disfrutar de un texto potente acompañado de dos soberbias actuaciones; las de Roberto Álamo y Pepe Ocio respectivamente.

LLUVIA CONSTANTE es un thriller teatral escrito por el dramaturgo norteamericano Keith Huff, que saltó a Broadway con los actores Hugh Jackman y Daniel Craig. Una historia sobre la lealtad de dos amigos desde la infancia y además, compañeros de trabajo –policías- que hablan continuamente de la amistad y de cómo ésta se debilita o fortalece según los acontecimientos que van teniendo lugar. Un día les tocará enfrentarse a una serie de situaciones extraordinarias que afectarán a sus vidas de manera permanente.

La obra es una historia desgarradora, con mucha fuerza, que atrapa a los espectadores desde el primer momento y no sólo por el contenido de la misma, también por la manera de comenzar la función: los dos actores salen al escenario interpelando al público que responde –tras insistir desde las tablas- a alguna de las preguntas que los protagonistas plantean. Una original ruptura de la cuarta pared que nos mete de lleno en la historia, de la que prefiero no desvelar más porque cuánto menos se conozca más se puede saborear.

LLUVIA CONSTANTE nos muestra unas sobresalientes actuaciones de Roberto Álamo (Rodo) y Pepe Ocio (Dani) que sostienen esta cruda historia; ya que ambos personajes están construidos e interpretados de manera magistral. No es la primera vez que veo a Roberto sobre las tablas y pienso que merece mucho la pena disfrutar en directo de su magnífico trabajo, demostrando que es un actor en mayúsculas. Sus monólogos merecen una mención aparte.

Ambos actores desarrollan sus personajes sobre una escenografía minimalista que ayuda a no distraerse ni un solo segundo y que, además, cuenta con una bien llevada iluminación que nos permite seguir cada suceso, cada emoción, cada sentimiento… Una mezcla explosiva que nos obliga a pensar, una vez acabada la función, sobre lo que acabamos de ver.

Dejen el paraguas en casa y empápense –mejor desde las primeras filas- con esta conmovedora función que ningún amante del teatro debería perderse.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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