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12.12.2016 Críticas  
¿Es una marca? ¡No! Es un consejo

Marc Martínez se instala en el Teatre del Raval para presentar un espectáculo que trasciende su naturaleza unipersonal para demostrar cómo cuando se aúnan las ganas de explicar(se) una historia y el talento y habilidad para llegar a un auditorio, el resultado es una propuestas más genuinas de la cartelera barcelonesa.

Tras tres décadas desarrollando una carrera multidisciplinar, el artista se sube al escenario del teatro del colegio donde cursó estudios, en el corazón de su barrio natal. Obviamente, Martínez resulta el protagonista absoluto pero a pesar de que lo parezca, la ruptura de la cuarta pared no debe confundirse con la improvisación gratuita. Hay una dramaturgia muy bien hilvanada del propio intérprete en colaboración con Miguel Casamayor y Marta Pérez, ambos directores del espectáculo.

A medio camino entre el monólogo teatralizado y el concierto dialogado, el rebautizado como Mal Martinez nos explicará su infancia, su pubertad y entrada a la adolescencia, sus orígenes y raíces familiares. Su catalanidad, su charneguismo… Su cercanía y capacidad de inclusión de los espectadores hace que su caso particular extrapole los recuerdos del público y los rememore a la vez, compartiéndolos.

Los recuerdos se mezclarán con canciones que de alguna manera han acompañado a nuestro anfitrión. Resulta verdaderamente insólito ver cómo a pesar de jugar explícitamente con los cánones formales del monólogo cómico, la propuesta adquiere progresivamente resonancias mucho más profundas a medida que avanza, situándose desde buen principio en un nivel evocativo y nada aleccionador que consigue cotas expresivas y alusivas de envergadura.

La caracterización será mínima y Martínez utilizará pocos objetos más allá de los instrumentos que ocupan el escenario. Sorprende, por la naturaleza de la propuesta, la dicción y elocución del intérprete. Ejecución perfecta tanto de los diálogos como de las secuencias o escenas musicales, ya sean de autoría propia como imitaciones (algunas verdaderamente desternillantes). Sorprende, también, la aparente facilidad con la que mantiene el ritmo del espectáculo. Todo parece fluir con naturalidad. Ningún chiste resultará demasiado estirado, ninguna anécdota fuera de lugar. Algo a destacar de la propuesta dramatúrgica es la asertividad con la que Martínez traduce una idea o vivencia personal a la actualidad más agravante de nuestro día a día con tan solo una frase.

Finalmente (y cómo podemos leer en el programa de mano), Martínez termina por subirse al escenario de su propia vida. El intérprete de sí mismo es capaz no sólo de transmitir (con humor y cierta melancolía) la historia de su vida, sino de radiografiar con elocuencia y sabiduría popular el actual momento sociológico que vive un barrio y, por extensión el núcleo urbano de una ciudad entera. Lo que era y lo que fue, lo que es y lo que ya no será. Más que aconsejable propuesta la que nos espera en el Teatre del Raval.

Crítica realizada por Fernando Solla

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