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09.12.2016 Críticas  
El asombroso esperpento

La Tribueñe se llena de la temida avaricia y miseria tramadas por Ramón M. del Valle-Inclán. Se representa una de las partes del Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte. LA ROSA DE PAPEL es un ejercicio de equilibrio entre la comedia, la tragedia y el esperpento más cruel. Valle-Inclán aprobaría la representación.

Irina Kouberskaya lleva años entregada a los clásicos españoles, llenando la Sala Tribueñe de un interesante público que aplaude sus propuestas. En esta ocasión nos trae uno de los ejemplos más notables del género del esperpento. Un género que acuñó el mismo Valle-Inclán para algunas de sus obras. Un estilo entre macabro y humorístico. Personajes prisioneros de sus más bajos instintos. Caricaturas de la sociedad.

El relato de LA ROSA DE PAPEL empieza con la inminente muerte de La Encamada, ante ese hecho inevitable ella confiesa a su siempre borracho marido, Simeón Julepe, que ha guardado durante años una importante cantidad de dinero, que mantiene escondidos en su lecho. Simeón, dominado por el alcohol y los instintos no guardará el secreto. El fallecimiento de la encamada hará que aparezcan los vecinos que la velarán con el único deseo y ambición de apoderarse del dinero. Un retrato de la ambición y crueldad desmedida. Personajes grotescos, apología del feísmo más terrible. Una estética incomoda y sorprendente.

Las interpretaciones se saldan con un sobrado equilibrio. Destacan por encima de todo el conjunto Antorrín Heredia en su Simeón Julepe. Esa borrachera y traspiés continuos son creíbles en todo momento. El uso del espacio escénico de la Tribueñe se aprovecha bien. Aunque los elementos escénicos son pocos están pensados con claridad. Ese ataúd iluminado es todo un acierto. Así como esa última escena procesionaria que tiene gran belleza plástica.

LA ROSA DE PAPEL no es un texto agradable. Entre la risa y la tragedia nos enfrenta a las miserias de la sociedad. Esas rapiñas que sin escrúpulos rebuscan el dinero entre el lecho de la pobre muerta. Mentira, descaro y horror. Sin ser un montaje perfecto, la sala se llena de una electricidad expectante. Propuesta digna que acerca al público a un estilo de teatro cuanto menos interesante y original.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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