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25.11.2016 Críticas  
La elegancia de la nobleza

Un novedoso escenario, un templo de la lírica, el madrileño Teatro de la Zarzuela, se dejó seducir la otra noche por la voz de un argentino que conquista por donde pasa. Además se dejó enamorar con versiones de los Beatles y temazos de musicales. Un lujo, un placer casi místico.

Para los que seguimos desde hace años el mundo del teatro musical no nos es ajeno el nombre de Gerónimo Rauch. Un argentino que llegó a España para solucionar la baja del protagonista de “Jesucristo Superstar” en la gira de hace algunas temporadas. De ahí al papel de Miss Sunshine en “Chicago”, que dejaba boquiabierta a la platea. Y llegó el papel de su vida. Llegaron “Los Miserables” y Jean Valjean. Ahí conquistó a decenas de seguidores que no daban crédito a la calidad, no solo de su interpretación, sino de su potencia y control vocal.

De ahí el salto a Londres, elegido por el mismo Cameron Mackintosh para encarnar a Jean Valjean en el West End londinense. Después llegó ni más ni menos que Andrew Lloyd Webber que le dio el papel del fantasma en la producción londinense del “Fantasma de la ópera”. Así que no se puede dudar que estamos frente a uno de los grandes del género musical. Los que le hemos podido ver en repetidas ocasiones lo atestiguamos.

La mente inquieta del artista ha querido hacer un disco versionando clásicos de los Beatles, el disco vio la luz hace unos meses. “Here, there and everywhere” es el nombre del trabajo, y en el encontramos legendarios y míticos temas de la banda de Liverpool, con unos arreglos que sorprenden y enamoran a medida que se escuchan. Todo esto ha sido la excusa perfecta para organizar un concierto que quedará en la memoria de los que pudimos asistir.

Una banda de once músicos, un escenario único, y un público expectante. Con un mínimo retraso de cortesía apareció Gerónimo en el escenario. Impecable y elegante como sabe, y empezó a deshojar la margarita de los éxitos. “Something” fue el primero de los éxitos de los Beatles que cantó, el que ha sido single presentación de su disco, y que muchos hemos escuchado ya varias veces. Pero en directo, señores, en directo, esto llegaba a sensaciones estratosféricas. Ahí me di cuenta de que el concierto iba a llevarnos a emociones impagables.

La banda sonó limpia, potente. Los arreglos sorprendían. Y Gerónimo campaba entre intranquilo y excitado por un teatro que poco a poco se iba entregando. Tiene Gerónimo nobleza, humildad. Eso se transmite, no hay manera de engañarse. “Across the universe” traslado al público a la dimensión del amor. Con “Yesterday” se acercó a cantarnos al oído y ahí ya nos enamoró.

Pero no todo iba a ser Beatles, quiso regalarnos una interpretación sin micro. Nos canto “La Tabernera del puerto”, y ahí ya consiguió la primera de muchas ovaciones en pie. Nos llevó luego al terreno del musical. “Maria” de “West Side Story” dio el pistoletazo de salida a un bloque que erizó el vello de la platea. “The music of the night”, “Sálvalo”, a dúo con Daniel Diges. Y “Gethsemane”, dejaron a más de uno sin aliento. A esas alturas de la noche, la emoción se desparramaba por la calle Jovellanos.

La interpretación de “Volver” enlazada con “Eleanor Rigby” a mí me hizo abrir los ojos aún más. “Come togheter” puso punto final a un concierto impecable. Llegaron los aplausos y las ovaciones. “Show must go on” fue el bis elegido. El chorro de voz de Gerónimo posiblemente hizo que Neptuno, en su fuente, no muy lejos del teatro, se girara a ver qué ocurría. A petición del público, “Come togheter” sonó otra vez, ahora con la platea puesta en pie.

Fue una noche perfecta, se hicieron cortas las dos horas. Eso ocurre cuando se presencia algo hecho con buen gusto, con calidad, con respeto. Gerónimo se lanza ahora a las Américas, donde le deseamos el mejor de los éxitos. Aquí, ayer, reafirmó en muchos de nosotros que llevábamos tiempo sin verle en un escenario, el motivo por el cual nos atrapó cuando le descubrimos. A los que le descubrieron ayer, (me consta que para algunos así fue) les agarró el alma bien fuerte.

Perfecta comunión de música, voz, personalidad, elegancia. Perfecta suerte la que tuvimos los que pudimos verle. Síganle la pista. Me lo agradecerán.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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