La semana pasada acudimos al segundo estreno de la obra EL CURIÓS INCIDENT DEL GOS A MITJANIT en el teatro Poliorama de Barcelona. Obra que está basada en el libro homónimo de Mark Haddon. La primera vez que la representaron antes del verano las entradas duraron un suspiro; ahora ya sé por qué: es una obra deliciosa.
Antes de nada, quisiera comentaros algunas cosas imprescindibles para entender el porqué del formato de la obra. Christopher Boone tiene 15 años y va a un colegio para chicos con necesidades especiales, tiene síndrome de Asperger. La novela está explicada en primera persona y a mí parecer es recomendable haberla leído antes de ver la obra.
Es un libro que me marcó mucho cuando lo leí allá por 2004. Por eso, cuando me enteré que lo habían convertido en obra de teatro, quise irla a ver. Tenía una gran curiosidad por saber cómo podrían construir una obra de un libro tan especial, en todos los sentidos: un libro con dibujos, diagramas y explicaciones sin fin de Christopher.
La obra dura aproximadamente 2 horas y 10 minutos y disponemos de una breve pausa. Si bien es cierto que la primera parte dura un poquito más que la segunda y puede llegar a hacerse un poco larga, esto tiene su explicación. En la primera parte, Siobhan es el hilo conductor de la obra; la profesora de Christopher está ayudándole a escribir una novela acerca del misterio de la muerte de Wellington, el perro de la señora Shears.
Durante este tiempo, Christopher no solamente nos muestra las pistas que sigue para descubrir al asesino, sino que también nos muestra cómo es su vida, porque él es cómo es, cómo es su relación con su padre y cómo el color de los coches puede decidir si su día es bueno o malo. Cuatro coches rojos es un súper buen día.
No me gustaría explicaros el final, pero debo deciros que es una entrañable historia de cómo un niño con unas necesidades específicas remueve cielo y tierra para descubrir un misterio y se lleva dos secretos de regalo que harán que la confianza en una de las personas más importantes para él desaparezca casi por completo. Es importante tener presente que Christopher nunca mienta; y nunca es nunca.
La segunda parte, en cambio, es tremendamente dinámica. Si en la primera parte nos contaban una novela de detectives, en la segunda parte vemos una obra de teatro dentro de la misma obra. Un metro de mesas con ruedas y banquillos de gimnasio escolar, un viaje fuera del área de confort de Christopher quizás son los dos puntos más importantes de esta segunda parte.
Antes de terminar, me gustaría destacar varias cosas: el guión es un reflejo muy fiel de la misma novela y la escenografía tiene un punto fuera de lo común: en ningún momento se echó el telón, ni siquiera durante la media parte para cambiar el escenario. Todo al descubierto, sin secretos; es una historia hecha y explicada a medida para Christopher Boone, lo cual le da aun toque más entrañable si es posible.
Se trata de un escenario sencillo y práctico que juega mucho con la imaginación del lector, pues sin apenas mover mesas o sillas podemos viajar en dos pasos del colegio a la casa del protagonista, al jardín de la señora Shears e incluso a la calle donde viven todos los vecinos.
El acompañamiento musical también es de gran utilidad que, como si de una película se tratara, indica los momentos de tensión y se mantiene a lo largo de toda la obra. Integrado y a la vista.
Por último, pero no por ello menos importante, querría destacar el trabajo de Pol López como Christopher. A lo largo de la primera parte me pregunté en más de una ocasión si aquel muchacho era autista. El lenguaje corporal es excelente y el tono de su voz, hablando de todo lo que sabe cómo un experto resulta de lo más adecuado para este personaje. No me extraña que lo galardonaran con el premio Ciutat de Barcelona en febrero de este mismo año.
En fin, esto es una recomendación total. Si es posible, no perdáis la oportunidad de verla. ¡Tenéis hasta el 18 de diciembre de este año para verla¡
Crítica realizada por Laia Santos
