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26.10.2016 Críticas  
Una apuesta vanguardista a través del lenguaje corporal

El colectivo de procedencia internacional “Teatro Laboratorio” (Chile, Argentina, Méjico, Francia y España) deleitaron al público en general con su interpretación de ALTAZOR, adaptación libre sobre la obra de Vicente Huidobro y dirigida por Jessica Walker, cofundadora del grupo “Teatro del silenci”.

La obra parte del poemario del escritor Chileno y nos hace viajar a través de los versos de éste de una forma reivindicativa, a través del movimiento de los cuerpos desnudos de los actores y actrices de la compañía y de unas interpretaciones llenas de sentimientos y expresión.

Esta obra de teatro claramente experimental busca emocionar al público a través de los sentidos y lo logra en gran parte gracias a la maravillosa interpretación de sus actores, que se dejan la piel para transmitir su voz de una forma artística, a través del movimiento, más que de las palabras, sin duda el lenguaje del cuerpo es el protagonista en esta interpretación, dando vida a las distintas emociones de los actores y actrices y dejando sus voces en un segundo plano. El movimiento es, sin lugar a dudas, la raíz y parte fundamental de esta obra, donde los versos de Vicente Huidobro y los pensamientos de sus protagonistas son un mero acompañamiento, igual que la música. Aunque sin duda es una apuesta interesante, quizá es una obra enfocada a un público concreto, de modo que si no conoces la obra de Huidobro o no estás acostumbrado a ésta clase de teatro, es difícil seguir el espectáculo desde un buen principio.

El escenario se basta de de unas cuantas sábanas y columnas hechas de barrotes metálicos, delimitando el movimiento en algunos puntos o simplemente, sirviendo de elemento escénico en ocasiones. También hay papeles repartidos por doquier que utilizan de distintos modos durante la interpretación, casi siempre justificados. Aunque desde luego es una apuesta interesante, probablemente se le podría sacar mucho más partido en una sala más apta. Desde el inicio el público se mostró acalorado (y no por la desnudez presente, si no más bien por el calor de la sala), el humo del incienso en las primeras filas debía ser un tanto agobiante, las luces, aunque suficientes, están en todo momento guiadas manualmente por un operario y la música resulta en todo momento demasiado alta, además de nada preparada para la sala en concreto. Otro detalle a tener en cuenta es que si te sientas en cualquier fila que no sea la primera o la segunda, vas a tener que ponerte de pie para ver con claridad toda la obra, puesto que los asientos no son más que sillas plegables colocadas a la misma altura que el escenario.

En definitiva, una obra recomendable y una dirección vanguardista que ha logrado ganar varios premios, pero un ambiente mejorable en casi todos los sentidos. Afortunadamente la obra dura 60 minutos, de modo que pese a las pegas ya mencionadas, es perfectamente llevable. Para acabar, mencionar que si queréis disfrutar de éste espectáculo nuevamente o si todavía no lo habéis hecho, estará disponible nuevamente el 19 y 20 de Noviembre a las 20h en el “Laboratorio de Teatro” de Barcelona.

Crítica realizada por Marc Dalmau

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