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26.10.2016 Críticas  
El amor y la soledad de un abrazo

La Biblioteca de Catalunya se convierte en hogar del canadiense Leonard Cohen durante cuatro únicas funciones. A partir de textos, poemas y canciones del de Montreal, cuatro intérpretes excepcionales rendirán tributo a la obra de un autor que, a sus más ochenta años, sigue provocando fascinación y admiración, perennes década tras década.

Sobre la arena que sustituye a las tablas de la sala los cuatro intérpretes se dirigirán al público como si de un encuentro súbito se tratase. Rompiendo la cuarta pared en todo momento y a medio camino entre la representación y la lectura dramatizada, el universo del autor se evocará a través de una selección de piezas y su combinación. Los principales palos temáticos estarán presentes, aunque aquí religión y política quedarán en un segundo plano. El peso recaerá sobre la sexualidad y las relaciones interpersonales entre hombre y mujer y, especialmente, el aislamiento romántico.

La duda sobre la certidumbre de los sentimientos, de lo no tangible, marcará la dramaturgia de Montse Vellvehí y Ernest Villegas. Ambos firman también la dirección escénica y, su principal acierto en este campo es, sin duda, la felicísima convivencia entre traducción (más bien traslación) y versión original. Con un excelente uso de la redundancia entre poemas, canciones y textos, el énfasis de sus parlamentos y sus réplicas (así como su colocación equidistante en el espacio escénico), les convierten de algún modo en “el” hombre y “la” mujer descritos por Cohen.

Grandes dosis de generosidad rebosan de los cuatro intérpretes y artífices de la propuesta. De algún modo, todos parecen adecuar su aprendizaje adquirido en anteriores trabajos y disponerlo para recrear y transmitir la poética del material que se traen entre manos. Entre la fascinación y el enigma son capaces de engrandecer el espectáculo incluyendo la identidad del espacio de la Biblioteca y su peso dramático en la atmósfera de las piezas que ahí se representan. Villegas se convertirá en alter ego de Cohen y nos sorprenderá con la versatilidad de su ejecución, tanto en el texto como en el canto. A su vez, Vellvehí amplificará la resonancia de las palabras que pronuncia con una mirada y sonrisa constantes y elocuentes. Hermosísimas composiciones las de la pareja.

Marc Serra será el director musical y excelente arreglista, también presente en escena (a la guitarra). La naturalidad con que ejecuta esta función entre sus compañeros es más que loable. Un pilar básico del espectáculo junto a las precisas y sentidas traducciones de Víctor Sunyol y Jaume Pons Alorda, capaces de transmitir en lengua catalana toda la amplitud etimológica del original y su capacidad subversiva entre palabra, figura y sentimiento. Por último, Marta Marco se convierte en una presencia hipnótica tanto para la vista como para la escucha. Imposible apartar la mirada cuando interpreta al violoncelo. Capaz con cada palabra de traspasar directamente hacia lo más íntimo del espectador, así como del imaginario del autor. Su registro vocal y su sensibilidad para el canto la convierten, por méritos propios, en una eminente rapsoda contemporánea. Una recompensa para los sentidos.

Finalmente, nos encontramos ante un espectáculo con entidad propia mucho más allá de la reunión de los cuatro compañeros para compartir con el público la obra del artista. Por la calidez de las interpretaciones, así como por la selección de textos y canciones. Por los arreglos musicales y por las traducciones de letras y poemas y su convivencia con la versión original. Por la ejecución vocal e instrumental. Por las réplicas entre Villegas y Vellvehí. Por Serra y su labor sobre y tras el escenario. Y por Marco y su absoluta rendición multidisciplinar al universo coheniano. Por todos estos motivos y muchos más que merecen ser descubiertos in situ, celebramos este Íntimo y arrebatador inicio de temporada en la Biblioteca de Catalunya.

Crítica realizada por Fernando Solla

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