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06.10.2016 Críticas  
Emociones de todos los tamaños y colores

Slava Polunin -artista de la familia del Cirque du Soleil y clown con gran prestigio internacional –ha venido a Madrid, después de numerosas giras internacionales, con el espectáculo SLAVA’S SNOWSHOW, un montaje cautivador de teatro y circo que podrá verse hasta este domingo en los Teatros del Canal.

La sala roja de los teatros del Canal acoge esta función llena de poesía y emociones que logra despertar la imaginación de los niños y transportar a la infancia a adultos de todas las edades.

SLAVA’S SNOWSHOW no es un espectáculo con una construcción narrativa concreta que se va desarrollando a lo largo del tiempo, sino que consiste una serie de escenas que nos van transmitiendo multitud de emociones: soledad, alegría, nostalgia, amor, empatía, tristeza, añoranza, etc. Sentimientos que nos llegan sin que los protagonistas de la función pronuncien ninguna palabra. Entonces, ¿cómo lo consiguen? La comunicación se lleva a cabo a partir de mímica y sonidos que se desarrollan rompiendo en bastantes ocasiones la cuarta pared. Qué maravilloso es ser capaz de transmitir todo eso sin usar ningún idioma pero que, en cambio, todos llegamos a comprender sin ninguna dificultad.

Y claro, la nieve es algo fundamental durante todo el espectáculo.

Quiero detenerme en esa interacción con el público –ruptura de la cuarta pared- que sucede en varios momentos a lo largo de la función. Esta permite a los espectadores ser parte de la obra y tener experiencias sensoriales a través de telas de araña que cubren todo al patio de butacas, confeti que llueve de todos lados, agua que nos cala hasta lo más profundo de los sentimientos, globos gigantes de todos los colores y tamaños… Y todo eso no cesa, la obra no se detiene ni cuando el cartel de “intermedio” cuelga sobre las tablas.

Niños y adultos disfrutando de lo mismo pero cada uno a su manera. Los primeros riéndose a carcajadas frente a determinadas escenas –y contagiando esa inocente risa a los adultos que están cerca- o quedándose boquiabiertos frente a tanta riqueza visual. Los segundos sintiendo un amplio abanico de emociones.

Todo eso será lo que Slava observaría sentado a la orilla del escenario, como un espectador más, cuando la obra llegó a su fin. Y ya sabemos que los finales no son más que comienzos de una nueva aventura, y este caso no iba a ser una excepción: el final no consiste en un fundido a negro, ni en abandonar ya la sala, ni en aplaudir sin parar. El final de SLAVA’S SNOWSHOW es el principio de otra cosa. Cuando vayáis sabréis de qué hablo, porque vais a ir ¿verdad?

Crítica realizada por Patricia Moreno

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