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28.09.2016 Críticas  
Sobriedad y celos en el Real

Inicia la temporada del Real OTELLO de Verdi. Una de esas operas clásicas, un Verdi legendario con la historia tomada a Shakespeare. La historia de amor con Desdemona y las maquiavélicas intenciones de Iago al servicio de un espectáculo serio y sobrio.

El Teatro Real ha querido inaugurar esta temporada con OTELLO, de la mano de Renato Palumbo en la orquesta, y con la dirección escénica de David Alden. De todos es dicho que el OTELLO de Verdi es más Shakesperiano que la misma obra de Shakespeare. En la ópera se incide en los personajes principales, dejando de lado hechos y situaciones que si aparecen en la obra original. En OTELLO la acción se centra en los desdichados amantes y en la crueldad de Iago. El terrible desenlace fruto de los fatídicos celos culminará está ópera de cuatro actos.

Tuve la ocasión de ver al segundo reparto, en el que el papel de OTELLO era interpretado por un correcto Alfred Kim, Desdemona por Lianna Haroutounian y Iago por Ángel Ódena. De estos tres, brilló por encima de los demás Ángel Ódena, en su dibujo del pérfido Iago.

Esta ópera que se alarga más allá de las tres horas tiene altibajos en su puesta en escena. La escenografía fría y gris planteada por David Alden no ayuda mucho, si bien consigue contagiarnos de la frialdad de la historia. Una llama en el centro del escenario, en los momentos de pasión, será el único punto de color cálido en toda la representación. El vestuario oscuro en casi todas las escenas y una iluminación entre sombras. Todo de un gris metálico y pétreo.

Quizás esa frialdad escénica acaba contagiando el espíritu de toda la ópera, suena demasiado lineal todo, a pesar de los esfuerzos de todos los implicados. Ese gran escenario tan desierto y oscuro acaba comiéndose un poco la acción. Por eso se agradecen las intervenciones del malvado Iago, que se mueve y trama con maldad, es el que consigue que nos metamos de nuevo en la historia.

Los celos pudren y corrompen el corazón de OTELLO, la tormenta que da inicio a la ópera y que es uno de los mejores momentos de toda ella, dará paso a las tramas y mentiras. Al terrible desenlace.

Aunque este OTELLO presentado en el Real no pasará a la historia como uno de los mejores montajes de este fantástico teatro, ha sido una muy buena oportunidad de escuchar un Verdi legendario. Eso siempre merece la pena.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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