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28.09.2016 Críticas  
Gabriel Chamé o la reformulación del clown: ¡Relax!

Insólita visita la que recibimos en La Villarroel. En su programación off, la sala nos presenta este espectáculo unipersonal titulado LLEGUÉ PARA IRME. Un acercamiento a la angustia y al agotamiento de la vida moderna a partir de un personaje que se presenta ante nosotros mostrándonos un nuevo universo del clown a partir de sus prácticas más reconocibles.

Alain Gautré y Gabriel Chamé Buendia firman la dramaturgia y la dirección del espectáculo. Chamé es, además, su único intérprete. El artista recuperará esas intervenciones donde la catástrofe es inevitable para provocar, no sólo la risa, sino la reflexión sobre el estrés en el que contextualizamos nuestra vida cotidiana. Hay una pátina melancólica que lo envuelve todo, sin difuminar las carcajadas más espontáneas. Ciertas reflexiones intrínsecas a la naturaleza humana se mostrarán a partir de la aparición del fantasma del padre (clown y Shakespeare nunca estuvieron más cerca, del mismo modo que sucede, en ambos casos, en su búsqueda incesante de respuestas a las preguntas más trascendentales).

Quizá a través de la aceptación del humor como escarnecedor de nuestros dramas más ridículos la propuesta conforma su máxima expresión. La comedia vendrá a través de la técnica y la reflexión a partir de su contextualización dentro de un decorado y formato mucho más dramáticos y teatrales. Un espacio indeterminado para unas situaciones hartamente reconocibles.

La escenografía e iluminación corren a cargo de Jorge Pastorino. De alineación algo abstracta, el truco residirá en la utilización de la utilería, así como en su localización sobre el escenario. La única entrada – salida se utilizará como elemento potenciador de la imaginación del espectador, así como el plafón traslúcido, auténticos marcadores de lo que sucede fuera de escena. La luminosidad o la reducción refulgente siempre formarán parte del juego escénico.

Gabriel Chamé capta la atención del público desde el primer momento y la mantiene durante toda la función. Su interpretación integra progresivamente el diálogo en la técnica del payaso. La destreza del cómico para el trabajo gestual y físico es encomiable. Lo mismo sucede con su capacidad para transmitir el agotamiento y exasperación de la rutina laboral y la dificultad de las relaciones humanas. Nuestras vergüenzas y nuestros miedos expuestos con una especie de ternura descarnada que cala muy hondo. La improvisación jugará un papel muy importante en la función, algo no por evidente menos hábilmente integrado en su visita a la ciudad condal. No hay que olvidar que el clown (a modo de bufón) es el reflejo burlesco de su semejante. El clown, gracias a Chamé, seremos todos.

Finalmente, tan infrecuente como resulta la presencia de este tipo de espectáculo en nuestra cartelera, también lo es la posibilidad de disfrutarlo en díptico con la versión que el propio Chamé ha adaptado a partir de “Othelo” de William Shakespeare. Lo que en LLEGUÉ PARA IRME se percibe con la reinterpretación del estilo teatral del clown, en la segunda propuesta se convierte en un espacio intermedio entre la fisicidad y la gestualidad del intérprete para defender un texto clásico. Sin duda, una visita más que recomendable.

Crítica realizada por Fernando Solla

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