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26.09.2016 Críticas  
TAMARIZ, El mejor mago del mundo

El maestro, el precursor, el Da Vinci de la magia real, en definitiva, el mejor mago del mundo; vuelve a Barcelona con su famoso MAGIA POTAGIA, al que suma un MÁS demostrando que trucos tiene para llenar teatros cada noche durante el resto de su vida sin repetir uno solo.

¿Qué quiero decir con que Tamariz hace juegos de magia “real”?

Ahora estamos acostumbrados a esos magos, más bien ilusionistas, mayormente televisivos, cuyos trucos consisten en levitar, hacer desaparecer grandes edificios, caminar sobre las aguas o meter dentro de una botella un teléfono móvil que no cabe por su cuello. Esos magos crean ilusiones y el espectador tiene claro que hay truco, que se hacen valer de cómplices o están rodeados de actores, que hay algún corte en la edición de video, trucaje fotográfico o de iluminación y que hay gato encerrado aunque no sepa exactamente donde se esconde. Los resultados pueden ser impresionantes, no lo niego, pero sabemos que no son ciertos, son solo una ilusión producto de la sugestión o de cualquier otro medio que no llegamos a alcanzar. Usando como ejemplo la definición de la RAE la ilusión es “un concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos”.

Por contra, ese viejo loco, encantador y entrañable, con pinta de Doctor Emmett Brown, llamado Juan Tamariz, hace magia, no crea ilusiones. Volviendo a la definición de la Real Academia de la Lengua la magia es el “arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales”. A diferencia de los magos anteriormente mencionados donde el resultado de sus trucos no es más que un engaño, por lo tanto irreal por mucho que no nos lo parezca, la cartomagia o magia de cerca de Tamariz nos engaña para que no veamos como llega al resultado final. Y ese resultado final es cierto, real y tangible, el engaño es el medio nunca el fin. Y esa es la verdadera magia.

Tamariz insiste mucho en que no usa cómplices en que no conoce a nadie y que servirse de esos medios no es magia, y yo, sin querer comenzar una discusión ni erigirme en fundamentalista de su estilo, no puedo hacer otra cosa que darle la razón. Sus juegos, para él no son trucos, son juegos de cartas o mentales (a cuya grandeza ha contribuido creando miles de rutinas) que dejan boquiabierto al espectador, independientemente de su edad, y le hace partícipe de todos y cada uno de ellos, subiéndoles al escenario.

Es tan consciente de su arte y de su talento que es capaz de instalar una cámara y un proyector para que veamos en primerísimo primer plano cualquier posible trampa. Obviamente no somos capaces de ver nada más que el resultado final, LA MAGIA.

Una de la características que le diferencia del resto de miembros de su gremio es el don de gentes que posee, la cercanía que muestra y ese humor tan peculiar, tan suyo. Al finalizar cada truco, perdón juego, toca su violín imaginario a modo de fanfarria celebrativa y si en ese preciso instante apartas la vista de él y te fijas en la platea, encontrarás varios niños y adultos imitándole como si de una orquesta se tratara. Esa sinergia con el público no la consigue cualquiera aunque lleve 50 años sobre las tablas de los escenarios de medio mundo. Solo lo consigue Juan Tamariz “el mejor mago del mundo”.

Crítica realizada por Manel Sánchez

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