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26.09.2016 Críticas  
Un dilema que podría explotar

Un inocente juego, un aparente sencillo test de personalidad, unos amigos que no esperan el desenlace de EL TEST. Jordi Vallejo nos propone una divertida situación y consigue que la platea se contagie de unas cuantas buenas carcajadas.

Jordi Vallejo, autor de EL TEST, estrenó con éxito esta obra en Barcelona la temporada pasada. Para su traslado a Madrid cuenta con la dirección de Alberto Castrillo-Ferrer. El cuarteto protagonista lo componen Luis Merlo, Antonio Molero, Maru Valdivielso e Itziar Atienza. El escenario del Cofidis Alcázar se transforma en el ático del triunfador Toni, papel que recae en Merlo. Ahí recibe la visita de unos buenos amigos, Héctor y Paula, pareja, y con serias dificultades económicas. Héctor, interpretado por Molero es aparentemente un fracasado, no ha tenido suerte en los negocios que ha emprendido. Paula, es activista de una ONG, come sano, obsesa del comercio justo y sostenible. La novia de Toni, interpretada por Itziar es psicóloga, y Toni, tomando prestado uno de los TEST que ella usa, pone a prueba a su pareja de amigos.

El TEST consiste en contestar a la siguiente cuestión: ¿Qué prefieres? ¿Cien mil euros ahora o un millón dentro de diez años? Esta aparente simple cuestión desencadenará una montaña rusa de reacciones y argumentaciones. El problema se hará aún mayor, cuando esa pregunta deje de ser una pregunta y pase a ser una propuesta en firme. Con firmas, cheques y contratos de por medio.

No voy a desvelar más aquí, para eso deberán acudir al Cofidis Alcázar. El texto es ágil, juega bien sus cartas el autor. Luis Merlo y Antonio Molero están impecables en sus papeles. Si bien son registros en los que ya les hemos visto en varios otros montajes en los que explotan su lado más cómico. Ellas quizás se quedan un paso por detrás. Especialmente Maru Valdivielso, tiene la complicada labor de estar en escena casi todo el montaje, compartiendo escena con Merlo y Molero, y ahí se le notan las carencias cómicas, fuerza demasiado cada gesto y cada intención, cuesta creérsela. El decorado juega un poco en contra de todos ellos. Demasiado recargado, con excesivos elementos apelotonados. En mi opinión, el texto brillaría más y los actores se liberarían, sin tanto aparejo escénico.

Aunque la montaña rusa se pone en marcha, y se llega a un clímax de sinrazón, eché de menos una explosión más acalorada, más descabellada, más burra, para poder creerme el desenlace que se cierne sobre las dos parejas. Aun así, EL TEST se disfruta y mucho. El dilema traspasa a la platea y eso se nota.

El público que el sábado abarrotó el teatro salió contento y eso es un excelente síntoma de que EL TEST funciona y funcionará. Pónganse a prueba y acudan a responder el dilema.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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