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21.09.2016 Críticas  
Perfección romántica para explicar nuestro presente

La Cia. Parking Shakespeare instala en El Maldà su versión libre de “Los bandidos” de Friedrich Von Schiller. LES MALES PERSONES triunfa en su dramaturgia, contemporizando su propuesta tanto con respecto (y respeto) al material original como su compromiso con una puesta en escena claramente sincrónica a los tiempos en los que nos ha tocado vivir.

Asimilación de un sentimiento trágico como único gesto rebelde posible en contra de lo injusto del orden social establecido; apasionamiento e idealismo desmedidos (¿puede ser de otra manera?); instinto insaciable de libertad (del cuerpo, pero antes del espíritu); melancolía; soledad… Todas las características que confirieron a la primera obra del autor alemán su condición y valía literaria se manifiestan en la versión de Carles Mallol, que ha condensado los cinco actos del original en un único bloque de poco más de hora y media.

El espacio escénico de Anna Tantull es ideal y totalmente adecuado a la propuesta dramatúrgica y se adapta a perfección a las características de su nuevo espacio de exhibición. Jugando con la disposición escénica y del público, la utilización de todas las puertas de la sala se resuelve excelentemente. De algún modo, el bosque del original se convierte en una jungla urbana en construcción en la que los ciudadanos (ojo a lo que se puede conseguir al colocar a un actor asomado a un balcón y escuchando a los transeúntes de la calle) son las tropas furiosas que batallan contra esta crisis existencial en la que los sentimientos parecen no tener cabida.

El diseño de iluminación de Xavi Gardés sitúa la acción en un espacio que en ningún momento abandona la penumbra de los interiores (de los lugares y de los corazones de los protagonistas). En pocas ocasiones asistimos a una convivencia tan pluscuamperfecta entre las tres disciplinas (dramaturgia, escenografía e iluminación). Mostrando todas sus cartas y efectos en escena, e integrando los focos en el decorado, no podemos discernir entre elementos técnicos y artísticos.

Para rematar, la asignación de un tema musical a modo de leitmotiv para cada protagonista y su reproducción en vinilo es sobrecogedora. Que sea cada intérprete el que la reproduzca en medio del claroscuro de su desesperación supone un gran logro estético y un gran impacto en el intelecto de los espectadores. La conversión del pequeño tocadiscos en un insólito y crepitante giratorio escénico sobre el que los protagonistas parecen convertirse en figuritas de juguete resume en una imagen la condición ética y estética de la propuesta.

Subscribiendo sutilmente la capacidad (o responsabilidad) del arte teatral como estandarte del expresionismo de cada individuo como último gesto democrático, Mallol emociona profundamente con el trabajo que ha realizado con los siete intérpretes. Sin duda, uno de los puntos fuertes es la integración de éstos con los objetos que les rodean. LES MALES PERSONES ofrece una oportunidad única de redescubrir las palabras de Schiller de la mano de un elenco fascinante.

Por su contención cerebral en la interpretación (sus gestos no siempre acompañarán a las palabras) y su contraste en el apasionamiento (colosal y asimétrico) en la dicción, la asistencia a esta función es un triunfo para el espectador. A destacar por la constante (y particular) manera de mostrar su estupefacción y extrañamiento constante ante el mundo que rodea a sus personajes las creaciones de Ester Cort y Pau Ferran y, especialmente, de un Carles Gilabert generoso y pletórico. Sin desmerecer la gran labor de todos, podemos afirmar que nos encontramos ante las que serán tres de las interpretaciones de la temporada. Teatro de gran envergadura.

Crítica realizada por Fernando Solla

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